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Recuerdos de un amor inquebrantable: Hijos de matrimonio asesinado en Graneros rememoran a sus padres y su historia familiar


Los hermanos se han enfrentado a la dura realidad de la pérdida, pero también han contado con el apoyo de sus seres queridos.

SÁBADO, 22 DE MARZO DE 2025
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Publicado por

Javier Celis



A casi dos semanas del crimen que cobró la vida de sus padres, Rodrigo y Rosario González abrieron su corazón en una entrevista con Revista Sábado de Diario El Mercurio, para recordar a quienes siempre les dieron su amor incondicional. Su relato, sin entrar en detalles sobre la investigación del caso, destaca el legado de sus padres, Rodrigo González Aguirre y María Carolina Calleja Lucero, quienes fueron asesinados el 12 de marzo en su parcela en Graneros.

En su relato, los hermanos narran con dolor los recuerdos de una vida familiar marcada por el amor y la cercanía. Rodrigo, de 22 años, cuenta que sus padres se conocieron de una manera peculiar a fines de los años 80. «Mi papá iba en un auto y mi mamá estaba con su hermana en un signo pare. Mi papá pasó, lo miraron y mi mamá le dijo a su hermana: ‘Yo me voy a casar con él’», rememora el joven, con una sonrisa nostálgica, mientras su hermana Rosario, de 27 años, añade que ambos compartían una gran afición por el rodeo.

La relación fue inicial pero breve, hasta que un día Rodrigo se acercó a María Carolina y le propuso reanudar el pololeo con una condición: «Volvamos a pololear, pero si volvemos es para casarnos». Así lo hicieron, y el 10 de octubre de 1992 contrajeron matrimonio en Santa Cruz. La historia de sus padres, marcada por gestos románticos y momentos de alegría, se ve reflejada en las numerosas fotografías familiares que atesoran los hijos, quienes recuerdan a su madre, María Carolina, como una mujer meticulosa, amante de los lápices, las agendas y el orden. «Ella tenía una caja con una colección de lápices de merchandising. Y le gustaban los lápices en su día a día. Para el trabajo tenía estuches con lápices de distinto grosor, colores», detalla Rosario.

El amor entre ambos padres se reflejaba también en su afecto mutuo, algo que los hijos recuerdan con cariño. «Mi papá era muy expresivo en su amor», comenta Rosario, mientras que Rodrigo agrega que el padre «era de esos que sometía a un ‘suplicio de besos’. Era agotador en su forma de querer».

La familia, muy unida por su amor al rodeo y a los caballos, vivió años de felicidad en su parcela de Graneros, donde el campo y la naturaleza marcaban el ritmo de sus vidas. «Nosotros siempre íbamos a la medialuna con mi papá, montábamos a caballo. Había muchas anécdotas de cómo él veía a mi mamá desde la medialuna, como si él fuera el que observaba a mi mamá, pero ella le respondía ‘no, eras tú el que me pasaba mirando para afuera’», bromean Rodrigo y Rosario.

Pero esa vida de armonía y tranquilidad terminó abruptamente la madrugada del 12 de marzo, cuando un grupo de delincuentes irrumpió en su hogar en un hecho que terminó con la muerte de los dos padres. Según los relatos, María Carolina logró llamar a Carabineros para denunciar el robo y pedir ayuda. «Son como cinco personas, estamos solos y nos están disparando», alcanzó a decir antes de que la llamada se cortara.

Los hijos, quienes habían conversado con sus padres el día anterior, recibieron la devastadora noticia por parte de un teniente de Carabineros cerca de las 4 de la mañana. «Mi hermano me contó lo que había pasado cuando paró de tiritar», relata Rosario, visiblemente afectada al recordar ese momento.

Desde entonces, los hermanos se han enfrentado a la dura realidad de la pérdida, pero también han contado con el apoyo de sus seres queridos. «Nos hemos sentido rodeados de gente que nos quiere y eso nos ha ayudado mucho a llevar esta carga», señala Rosario. Rodrigo, por su parte, admite que aún está procesando la tragedia y que «cuando estoy solo, la pena me baja con fuerza». Ambos recuerdan los sueños que sus padres compartían con ellos, como terminar de construir un quincho que estaban levantando y el deseo de Rodrigo de participar con su padre en el Campeonato Nacional de Rodeo.

En medio de este doloroso proceso, la familia ha recibido el cariño de los amigos, familiares y de la comunidad en general, incluida la del colegio donde trabajaba María Carolina. «Mi mamá se preocupaba tanto por cada uno de los alumnos, hacía que todos se sintieran como si fueran su única preocupación», recuerda Rosario, quien fue testigo de lo que significaba para su madre ser parte de esa comunidad educativa.

A pesar de la tragedia, los hermanos han encontrado consuelo en los momentos de reflexión y en el apoyo constante de sus seres queridos. «Sé que no se viene fácil, pero ya estoy en paz… dentro de lo que se puede», expresa Rosario con serenidad. Y Rodrigo, mirando al horizonte, confiesa que aún añora el regreso a la casa de Graneros, donde su vida familiar y sus sueños compartidos con sus padres siguen vivos en su corazón.


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