La obesidad ha pasado de ser un problema de salud a convertirse en una crisis global sin precedentes. Según un nuevo análisis del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, el número de adultos con sobrepeso y obesidad aumentó de 731 millones en 1990 a 2.110 millones en 2021. De mantenerse las tendencias actuales, se estima que para 2050, más de 3.800 millones de adultos vivirán con sobrepeso u obesidad, representando un 60% de la población mundial.
Los niños y adolescentes no están exentos de esta crisis. El estudio proyecta un aumento del 121% en la obesidad infantil y adolescente, alcanzando los 360 millones de casos en 2050. En algunas regiones, como América Latina, el Caribe, África del Norte y Oriente Medio, uno de cada tres jóvenes tendrá obesidad en los próximos años.
La profesora Emmanuela Gakidou, autora principal del estudio, enfatiza que “la epidemia mundial de obesidad es un fracaso social monumental”. La falta de políticas efectivas ha permitido que las tasas de obesidad se disparen, especialmente en países de ingresos bajos y medios, donde la urbanización y el acceso a alimentos ultraprocesados han agravado el problema.
El impacto de esta crisis no se limita solo a la salud individual, sino que también afecta los sistemas sanitarios y la economía global. La obesidad está relacionada con un aumento de enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y distintos tipos de cáncer. En África subsahariana, por ejemplo, el crecimiento exponencial de la obesidad ha sobrecargado sistemas de salud que ya enfrentan múltiples desafíos.
Frente a este panorama, los expertos llaman a una acción inmediata para frenar la propagación de la obesidad. Jessica Kerr, coautora del informe, destaca la necesidad de “estrategias integrales que incluyan políticas de alimentación saludable, regulación de productos ultraprocesados, incentivos a la actividad física y la creación de entornos urbanos más saludables”.
El Día Mundial de la Obesidad es una oportunidad para reflexionar y exigir compromisos concretos de los gobiernos y la comunidad internacional. Sin acciones decididas, el mundo se encamina hacia una crisis sanitaria de enormes proporciones que afectará a futuras generaciones.