Relatos que se van repitiendo a largo de una jornada de entrenamientos, donde intentando no romper su rutina, observamos como en un día sumamente soleado, las jugadoras del femenino de O’Higgins de Rancagua, seguían concentradísimas las ordenes del ‘profe’ Manuel Alarcón.
Que querían ‘ser futbolistas desde niñas’, que jugaban en el barrio y el colegio con ‘puros hombres’ o que fue ‘difícil’ o que lo sigue siendo, porque aunque el fútbol femenino llegó para quedarse, no es menos cierto que las condiciones entre hombres y mujeres están bastante lejos de equipararse.
“Desde muy chica, siempre salía a jugar con mis papás, jugaba en el barrio con amigos, con mis primos, con mi familia. Y creo que desde ahí empezó mi pasión por el futbol y hasta ahora”, cuenta la capitana de las celestes, Aracely Castillo, quien asume su liderazgo con mucha responsabilidad”, y a lo largo de su relato donde la ‘pelota’ es protagonista, tampoco esconde las dificultades de la profesión que ejerce.
Habla de, “la desigualdad salarial, la desigualdad en estructura. Creo que costó mucho que se pudiera igualar como lo que tiene el futbol femenino con el futbol masculino. Entonces creo que todavía estamos al debe y se sigue trabajando día a día”.
En ese sentido, O’Higgins sigue profesionalizando su rama femenina, de hecho para este 2025 quince jugadoras firmaron contratos profesionales, de ellas, siete por primera vez y ocho fueron renovaciones, un avance significativo para un área que comenzó sus entrenamientos en febrero del 2019 tras pruebas masivas a jugadoras.
De los avances que se van mostrando cada año da cuenta Thiare Orosco, quien relata que, “yo llegué en el 2023 y entrenábamos en Rancagua, en la cancha que nos habilitaron o nos prestaron. Entonces, igual ha sido un cambio muy positivo”.
Esto porque de cara a la temporada 2025 donde disputarán el Ascenso con la meta de volver a Primera, cuenta que, “ya en este nuevo año, tenemos nuestras canchas, es mucho más sencillo para nosotros tener nuestro espacio, tener nuestro camarín y estar tranquilas sin molestar a nadie más”.
De todo este proceso, el DT Manuel Alarcón, destaca que “hemos inculcado y desarrollado en niñas el proceso de entrenamiento en donde cada una ha ido adquiriendo el conocimiento y la necesidad que tiene que tener un jugador o una jugadora de alto rendimiento y obviamente ha sido el proceso más difícil, el poder generar en ella cada año un nuevo concepto, una nueva idea o un nuevo hábito que permita llegar al fútbol de elite”
La vida de Victoria Herrera está ligada al fútbol desde siempre. Y no solo porque con 14 años la delantera haya llegado a O’Higgins y ya lleve dos contratos profesionales seguidos, sino porque su papá también fue futbolista.
“De chiquitita, él –papá- tenía como una escuela por su iglesia y yo iba todos los domingos con él, y yo sola agarraba la pelota y me iba desde como los cuatro años. Ahí siempre iba, el único club que fue eso. Ya después, más grande ahora, en el colegio también siempre jugaba, la única mujer contra todos mis compañeros”, recuerda Victoria, quien tras se vista por un inspector de su colegio que le dijo a sus padre que ‘se estaba perdiendo’ fue probada en O’Higgins donde se sigue manteniendo a punta de talento y esfuerzo.
Su mamá, María José López, que la observa entrenar cada día a un costado de la cancha junto a otras madres de jugadoras que orgullosas miran a sus niñas cumplir sus sueños, asegura que “yo la voy a apoyar en todo, aunque sean viajes todos los días, todos los días vamos a estar acá con ella”.
Quien tras un suspiro profundo de orgullo predice que el sueño de Victoria de jugar fuera de Chile, “no es muy lejano”.
Y para todas esas niñas, jóvenes, mujeres que su sueño es el fútbol, Victoria les habla directamente: “Que sea perseverante, que con eso siempre va a poder llegar a donde quiera, solo con la disciplina, con el querer y siempre disfruta”.