La joven patinadora Rayen Silva, oriunda de Codegua y única representante federada de la región de O’Higgins, dejó en alto el nombre de Chile en el campeonato internacional «America’s Cup Orlando Championship of Clubs». Con un desempeño excepcional, regresó al país con una medalla de oro en la categoría de danza libre y una medalla de plata en la categoría de danza obligatoria.
La competencia, realizada en Orlando, Florida, entre el 19 y 23 de enero, reunió a representantes de 16 países. Gracias a Rayen, Chile se posicionó en el podio en dos de las categorías más exigentes del certamen, un logro que la convierte en un verdadero orgullo para su región y el país.
«Fue una experiencia súper bacán para mí, la pasé increíble. Al principio estaba asustada porque serían muchos días fuera y lejos de mi familia. Por los nervios estuve a punto de arrepentirme, pero cuando llegué allá solo disfruté, lo pasé bien y fue una hermosa experiencia», relató Rayen, aún emocionada por su destacada participación.
Un triunfo basado en sacrificio
El camino al éxito no ha sido fácil para Rayen. El rigor de los entrenamientos la llevaba al límite, al punto de necesitar dormir algunos minutos en la pista de entrenamiento. Sus días comenzaban a las 5 de la madrugada para reconocer la pista y continuaban hasta altas horas de la noche con sesiones de práctica.
La travesía a Orlando no solo implicó un esfuerzo físico y mental, sino también económico. La familia de Rayen hizo enormes sacrificios para costear su viaje, aún enfrentando deudas por los pasajes, la estadía y la inscripción en el torneo. Incluso durante la competencia, la joven patinadora tuvo que recurrir a sus padres para recibir apoyo adicional debido a los altos costos de alimentación en Estados Unidos. Sin embargo, la felicidad de verla triunfar supera cualquier deuda para su familia.
A pesar de todas las dificultades, Rayen no dejó que nada la detuviera. Compitió con unos patines de más de cuatro años de antigüedad, demostrando que la determinación y la pasión pueden superar cualquier obstáculo.
«Lo que me falta comprarme ahora, son mis patines que los tengo hace cinco años, entenderán que mi pie ya creció, entonces necesito comprarme unos nuevos porque estos ya me quedan chicos. Por el campeonato, el dinero para obtener unos nuevos se fue reduciendo», concluyó la patinadora.
Ahora, su próximo desafío es conseguir unos nuevos patines que le permitan continuar su crecimiento deportivo y alcanzar nuevas metas en su prometedora carrera. Su historia es un recordatorio de que los sueños se construyen con esfuerzo y pasión, y que cuando confías en tu talento y en quienes te apoyan, no hay límites para lo que puedes lograr. La cima está al alcance de quienes se atreven a volar, porque el único límite es el cielo.