Septiembre como todos los años, de hecho como siempre, nos trae la primavera y el renacer de una tierra que explota en colores y aromas, transmitiendo, en la mayoría de los casos, alegría y optimismo al ser humano.
Pero, este año ocurrió algo especial. unos días antes que ello sucediera, un querido personaje abandonó esta tierra, partiendo en un viaje, que si bien lo aleja de lo terrenal, no producirá de modo alguno que sea olvidado. Ello, por qué se ganó el afecto de quienes lo conocieron, entre los cuales me incluyo.
Era un hombre uniformado, específicamente de caballería, que creía firmemente en las tradiciones de dicha arma, como también en sus orígenes, que se remontan al medioevo, donde la hidalguía era el don y atributo principal de un caballero.
Su trato evidenciaba lo anterior, respetuoso a carta cabal, se dirigía a todo el mundo en un lenguaje apropiado y un tono ponderado, dando siempre trascendencias a sus ideas, expresadas a través de las palabras.
Investigador histórico innato, capaz de llegar a la fuerte primaria que confirmara o rechazara la veracidad de un hecho, lo que le permitía disponer de material confiable para sus procesos de difusión histórica.
Escritor prolífero de la historia peruana y latinoamericana, atributo que se comprueba en su gran cantidad de obras publicadas, que dan cuenta pormenorizada de pasajes históricos normalmente olvidados, en especial protagonizados por personajes ilustres del pasado.
Relacionador público por excelencia, lo que le permitió tener contactos en un número no menor de países en diversos continentes, integrando variados centros de estudios y difusión de la historia.
Gestionó, o fundó, según sea el caso, diversas organizaciones de historia en su país y en el extranjero, invitando a participar a la más variada gama de intelectuales, que tenían como factor común y por tanto de unión, el cultivo de la historia.
Tenía, quizás como su signo distintivo más importante, la capacidad de unir voluntades, dando vida personalmente a la integración, en especial latinoamericana, a través de las personas de diversos países con los que convivía.
Era dueño de una visión amplia del pasado, del que había aprendido que por sobre las divisiones temporales que la política internacional motiva a lo largo del tiempo, la unión de los seres humanos con visiones compartidas, son por lejos un factor mucho más potente.
Para quienes no lo conozcan, su nombre es Enrique Gargurevich Godoy.
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