Comienza septiembre, mes de la Patria, en el que recordamos cómo se gestó nuestro proceso de independencia, que nos llevó hace más de dos siglos a la libertad.
Durante treinta días nos alegramos de ser chilenos, de nuestra condición de patriotas y de nuestra profunda cercanía al suelo natal.
Junto a lo anterior, llega la primavera que nos provoca un sentimiento de alegría, al variar nuestro paisaje a un colorido propio del renacer de la naturaleza.
Brotan las efemérides históricas que nos recuerdan las glorias del Ejército, multiplicándose las paradas militares en diversas ciudades del país, mientras que se observan revoloteando en los cielos los infaltables volantines.
Las tradiciones, como todos los años en estas fechas, reaparecen trayéndonos los recuerdos de viejas usanzas, desde el palo encebado a la carrera de ensacados, pasando por el trompo y el emboque.
Y qué decir del folclor, con tantas y tantas expresiones de maravillosos contenidos y variedades, dependiendo de la zona geográfica que se trate.
La comida y la bebida chilena vuelve a ser el centro de la atracción culinaria, disfrutándose de platillos variados y de sabor único, como la empanada, solo por nombrar la más famosa del repertorio.
Ya sé, probablemente usted estimado lector, estará pensando que todo lo anterior, solo rebrota en septiembre, olvidándose en el resto del año, algo, que como todas las cosas en la vida no es absoluto.
Muchas localidades de profundo arraigo campesino no se olvidan pasado septiembre, de sus sentimientos y cercanía con las tradiciones propias de una tierra única e irrepetible.
Es verdad, quizás deberíamos, como lo afirman muchos, prolongar a lo largo del año lo que vivimos en septiembre, pero también es cierto que cada mes del año tiene su particularidad, impidiendo, por tanto, esa ansiada repetición.
Por otra parte, es probable que con un mes baste para recordar el pasado y nuestras raíces, tal como lo hace la primavera al brotar en septiembre de cada año.
De cualquier forma, por sobre todo lo señalado en los párrafos anteriores, lo verdaderamente importante, es que todos los chilenos renovemos en septiembre y por un año, nuestro compromiso con esta querida Patria, proponiéndonos trabajar por ella y su futuro, cada cual desde sus propias perspectivas y posibilidades, tratando de poner el mejor de nuestros esfuerzos, en busca del cumplimiento de esa meta eterna, contenida en nuestro himno patrio, que nos impulsa a lograr que Chile sea la copia feliz del Edén.






