En las páginas de este y de muchos otros medios se han derrochado litros de tinta para hablar de los funcionarios públicos, tanto quienes ejercen cargos de elección popular o de designación ejecutiva, como de aquellos contratados al efecto. Corrupción, irregularidades, ineficiencia y muchos otros epítetos similares abundan en esas crónicas oscuras y desesperanzadas, y la sombra de duda se cierne sobre toda la administración del Estado.
La desconfianza ciudadana no es gratuita, hay efectivamente muchos más casos de corrupción de los que quisiéramos dar cuenta, y las cifras siderales involucradas en cada uno de los casos sobrepasa la imaginación más fructífera o incluso afiebrada.
Se identifica al funcionario público con alguien que, protegido por una supuesta inamovilidad, apenas si se esfuerza en llegar día a día a su puesto de trabajo, y la caricatura se completa con desidia, ineptitud, indolencia, ignorancia y un largo e injusto etcétera.
La verdad es que la función pública es profundamente noble y quien la ejerce leal y dedicamente debería ser reconocido por su sacrificio y responsabilidad para con el país, y, aunque el lector no lo crea, no son pocos los que así lo hacen.
Todavía quedan servidores públicos que se levantan temprano pensando en cumplir fielmente su labor para mejorar la calidad de vida de los chilenos, especialmente los más necesitados o desvalidos, quedan aún funcionarios que entienden su rol en la sociedad, que asumen su labor como el cumplimiento de un compromiso con el país. Incluso los hay entre aquellos que han sido elegidos por votación popular o que han sido designados por el ejecutivo.
Esos servidores entienden la política partidaria como necesaria, pero no excluyente, y si bien forman parte de conglomerados políticos, asumen que le rinden cuentas a la ciudadanía y no a una cúpula política, que sus decisiones no tienen que complacer a sus superiores, sino proteger y favorecer a los chilenos, y ven el sentido de urgencia como un aliciente diario para mejorar en sus labores y no sólo como una cuestión comunicacional o decorativa.
Esos servidores existen, tienen experiencia (esa tan despreciada por algunos) y se los puede encontrar en nuestro gobierno central, en nuestras regiones y comunas, así como también en el congreso, tal vez no llamen tanto la atención de los medios, pero los hay, y valgan estas líneas como tal vez pobre reconocimiento a su labor, para su responsabilidad y para su compromiso.