Hacia fines de 1831 el recuerdo de Bernardo O’Higgins y su fundacional gobierno, continuaba fuertemente arraigado entre los chilenos, la mayoría de los cuales anhelaban que estuviera de regreso en el país, no solo por la añoranza de verlo nuevamente en territorio nacional, sino que, fundamentalmente, para que reasumiera la conducción del Estado.
Lo anterior, motivaba a sus opositores a denostarlo permanentemente, difundiendo historias sin base alguna, que buscaban demostrar su supuesta incapacidad política.
Sus partidarios, entre ellos Ramón Mariano de Aris, se revelaban ante esa injusticia, ya que claramente comprendían la intencionalidad de los comentarios.
En una interesante carta que dicho personaje dirigió a Isabel Riquelme, la madre del prócer, fechada ocho años después de su abdicación, dejaba claramente especificadas, las verdades que pese al paso del tiempo eran innegables, las que fue detallando a lo largo de la misiva en forma de preguntas, encabezándolas con la expresión: “¿No es cierto que….?”
Uno de los muchos hechos que recuerda, es cuando Bernardo al sacarse la banda presidencial, en la sala donde ocurrió su abdicación y cuya pintura adjuntamos, los asistentes le pidieron que no lo hiciera, en señal que seguían reconociéndolo por sus virtudes.
Manifiesta también que luego de la abdicación, Bernardo fue acompañado en el trayecto desde el Palacio del Consulado hasta su residencia, por los principales hombres públicos de la República y habitantes de Santiago, que lo vitorearon todo el trayecto.
Recuerda además el hecho que O´Higgins, pese a disponer de tropas leales en Santiago y Curimón, no empleó la fuerza, evitando con ello una guerra civil.
También en la carta se deja constancia de otros hechos, como el habérsele mantenido sus edecanes y asignado una escolta de 50 hombres, asumiendo el gobierno su dignidad como ex primer magistrado de la nación.
Aún más, el pasaporte que le es entregado para salir de Chile, dejaba claramente reflejado en los motivos que en él se especificaban, sus virtudes y la admiración de la que era objeto.
Nadie que conozca la historia de los hechos ocurridos, puede negar que el momento de la abdicación de nuestro Padre de la Patria, es uno de los más gloriosos de su existencia, más que los hechos bélicos que llevó a cabo o las obras nacidas de su gobierno.
Ello, por cuanto fue capaz de renunciar voluntariamente al poder, colocando por sobre sus propios intereses, los del país que tanto amaba.
Autor: Antonio Yakcich Furche.
Presidente del Instituto O´Higginiano de Rancagua.