El 29 de junio de 1816, el General José de San Martín y Matorras, salió de Mendoza en dirección a Córdoba, ciudad donde debía reunirse con el nuevo Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan José de Pueyrredón.
Al partir, delegó en Bernardo O’Higgins el mando de la Gobernación Militar de Cuyo, quien ya había sido nombrado Brigadier de la Provincias Unidas, ejerciendo además el puesto de Presidente de la Comisión Militar del Ejército Libertador de Los Andes.
Durante el ejercicio del mando militar que le correspondió subrogar, Bernardo escribió de su puño y letra, un interesante Diario, en el que día a día, entre el 3 y el 31 de julio, dejó constancia de los acontecimientos que ocurrían y de las actividades que realizaba.
El manuscrito es de sumo interés, ya que cubre una parte de la vida de nuestro prócer, que a la fecha aún no ha sido suficientemente difundida.
El erudito y brillante historiador Diego Barros Arana, fue en algún momento el dueño del mencionado manuscrito, el que mantuvo en su poder hasta que lo donó junto a su extraordinario y bien surtido archivo, a la Biblioteca Nacional de Chile, donde puede tenerse acceso a él en la Sala Barros Arana, bajo el título “Archivo de la Biblioteca Barros Arana” con la inscripción; 1816-1817/6BBA.
El Diario aporta aspectos de interés histórico, como el hecho de haber sido O’Higgins quien recibió el 10 de julio del año en cuestión, al ingeniero español Antonio Santiago Arcos Arjona, cuya fotografía cuando ya era anciano adjuntamos, a quien contrató y al día siguiente hizo reconocer como Sargento Mayor de Ingenieros.
Lo anterior es importante, ya que al año siguiente, al crear el prócer la Academia Militar de Chile, designó como su primer Director a Arcos.
Otro elemento que contiene el Diario, es la constancia dejada por O’Higgins, de haber tomado conocimiento el 18 de dicho mes, de una copia escrita del Acta de la Independencia Argentina, lo que motivó una serie de celebraciones organizadas y dirigidas por Bernardo.
También se deduce su preocupación permanente, en cuanto al desarrollo de las obras necesarias en Plumerillo, para su utilización como campamento militar, previo al cruce de la Cordillera.
Cuando regresó su amigo San Martín, O’Higgins junto con subordinarse nuevamente a él, continuó cooperándole decididamente en la preparación de los medios que efectuarían seis meses después, la brillante campaña de Los Andes.