De niño leía, como muchos otros en esa época probablemente, las Selecciones del Reader´s Digest, revista que contenía una sección llamada: “La risa, remedio infalible”.
Parafraseando lo anterior, creo humildemente que los tiempos actuales necesitan no solo de la risa, la que espero nunca se borre de nuestros rostros, sino fundamentalmente de la tolerancia, entendida ésta como la capacidad que cada ser humano tiene de aceptar las ideas, preferencias, formas de pensamiento o comportamiento de los demás.
En sus orígenes la idea nació en Francia a fines del siglo XVI, durante el conflicto que enfrentó a los católicos y a los protestantes, derivando con el tiempo a un concepto simple, pero fundamental, en cuanto a que la tolerancia es la base de la buena convivencia entre personas de diferentes culturas, credos, etnias y modos de vida.
Mi idiosincrasia, mi religión, mi raza y la forma en que vivo no se verán afectados si acepto a los demás, lo que vale en muchísimos otros aspectos de la vida y convivencia diaria.
En sí misma, no solamente implica permitir que los demás digan o hagan lo que estimen conveniente, sino que, fundamentalmente, reconocer y aceptar las diferencias, en especial cuando no me son gratas.
Tal vez, uno de los factores que dificultan la convivencia entre seres humanos, es pensar que no puedo ser tolerante, ya que de serlo, me veré obligado a hacer propias las ideas que otros tienen y que no comparto, lo que en realidad es erróneo.
Hoy, la tolerancia en la sociedad cumple un rol insustituible, ya que como lo señala la historia, la mentalidad de los seres humanos suele avanzar más rápido que las leyes que nos rigen, por lo que es muy probable que sirva de regulación de la convivencia social, a la espera que las leyes fijen normas obligatorias para todos.
De hecho, el francés Georges Clémenceau decía: “Toda tolerancia se convierte a la larga en un derecho adquirido.
A diario vemos signos preocupantes de intolerancia, desde lo deportivo, cuando fanáticos de un club determinado no aceptan la derrota, pasando por acciones en contra de minorías, como los inmigrantes por ejemplo, hasta llegar a opiniones relacionadas con el proceso que hoy vivimos como nación.
En tiempos complejos y de difícil trato como los actuales, es necesario aplicar paliativos que ayuden a una convivencia sana entre todos los que somos actores sociales, siendo uno de ellos la tolerancia, remedio infalible sin lugar a dudas.