Muchas contingencias mundiales subsisten más allá de la pandemia, aunque poco se mencionen e indirectamente sean agravadas por ella. Se evidencian, entre los asuntos principales analizados por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en los días de enero transcurridos, junto con asumir 5 nuevos Miembros No Permanentes que completan los 10 que lo integran: India, Irlanda, Kenia, México y Noruega. El Consejo acordó priorizar dos temas dentro de su competencia: el mantenimiento de la paz y seguridad en países frágiles; y la cooperación internacional para combatir el terrorismo. Al examinarlos, se procura alcanzar el Desarrollo Sostenible que comprometió al año 2030, el que resulta imposible sin lograrlos, según su Resolución 2532 (2020), sobre un “Alto al Fuego Mundial para combatir el Covid 19 pandemia”.
El Banco Mundial, por su parte, ha destacado algunos de los más urgentes. Por ejemplo, que los actuales conflictos son más largos y más difíciles de resolver; que 1 de cada 5 personas, en Oriente Medio o en el Norte de África, vive próxima a un conflicto importante; que se ha duplicado el riesgo de morir de hambre; que aumenta la pobreza extrema; el cambio climático y las sequías; que crece la brecha de la igualdad de género; y que hay más migraciones. Todo agravado por las consecuencias de la crisis sanitaria. Todas son situaciones que persisten, crecen y crean un clima sumamente grave que resulta necesario corregir. Es cierto que se ha logrado alejar el peligro de una conflagración mundial, o al menos, hay un sistema internacional y un respaldo jurídico para contenerla. Sin embargo, la suma de estos desafíos sin resolver, produce consecuencias igualmente catastróficas, y potencia los quebrantamientos a la paz y seguridad entre los estados.
El terrorismo internacional, si bien es menos evidente a gran escala, sus episodios no han cesado, a pesar de que hace ya 20 años que se estableció el Comité Contra el Terrorismo, y todos los países han intensificado las medidas de prevención y control requeridas. Boko Haram, prosigue su acción en lo que va de este año en la región Sub-sahariana de África, y subsisten atentados indiscriminados de extremismos islámicos que se activan cada vez que pueden. Los casos de la guerra en Siria y utilización por el régimen de armas químicas contra su población; las confrontaciones en Libia; y la fragilidad del Líbano, igualmente han sido abordados. Estos problemas, aunque aparezcan poco en la prensa internacional, siguen siendo apremiantes y necesitan solución, mientras la pandemia continúa.