El autor del famoso tango ‘Cambalache’ , Enrique Santos Discépolo ( 1901-1951) , dijo bien del Siglo XX, dicha letra nos habla del mundo que él enjuicia: ‘ problemático y febril ‘ / ; ‘… y el que no afana es un gil ‘ / ; ‘ Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor ‘ / ; Ignorante, sabio o chorro, pretensioso o estafador ‘ / ; ‘ ¡ Todo es igual !, ¡ Nada es mejor ! ‘ / ; ‘ ¡ Lo mismo un burro que un gran profesor ! ‘ / .
Sigue Santos Discépolo : ‘ ¡ Qué falta de respeto, qué atropello a la razón ! ‘ / Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón ! / ( …) ‘ que a nadie importa si naciste honrao ‘ / Si es lo mismo el que labura / Noche y día como un buey / … que el que mata, que el que cura / o está fuera de la ley //.
Ahora, en este tercer milenio la esclavitud sigue igual que hace más de 1000 años, claro, con alguna pirotecnia. Y hace mil años las condiciones de vida eran medievales y, entonces también hubo pandemias. Hoy es el actual sistema capitalista y su extremo formato neoliberal el que hace la feroz explotación de todo: de la naturaleza, de los recursos de la Tierra, del mar, del aire, del espacio y del ser humano hasta hacer de este una ‘ cosa ‘ desechable.
Hoy son los tiempos de la crueldad, de la usurpación. Son los tiempos de los estafadores, de los que fundan bancos y luego ‘ venden ‘ el dinero ajeno. Son los inventores del ‘ mercado financiero ‘.
Hoy son los tiempos de la era digital, de los inventos que ‘ atrapan ‘ para que los poderosos dueños de todo sigan con su dominación de clase a escala mundial. Ellos lo saben todo: dónde cada cual está, y qué hace, y a qué hora y qué dice.
La perversidad – el ‘ ingenio ‘ – de los actuales ‘ gerentes ‘ administradores del sistema alcanza-n niveles asombrosos : crea-n la ansiedad por tener, crea-n, inventa-n fantasías , el SER no importa. Todo tiene precio, nada tiene valor.
Entonces ,’ Sálvese el que pueda y como pueda ‘. Nos dicen, proclaman, publicitan : Ustedes, las multitudes, los pueblos allá ; nosotros ‘ los buenos ‘, los financistas, los empresarios, los que les damos trabajo por acá. Y, no aleguen, no armen sindicatos, no se organicen, no se unan con nadie – vivan sus vidas en tranquilidad -, no luchen. Dejen que nosotros ‘ construyamos ‘ el país, porque el ‘ chorreo ‘ ya viene. Para muestra un botón … No, mejor dicho para muestra un zapato.