Si pensamos que la privación de libertad presupone ni más ni menos aquello -ser despojado de la libertad de desplazamiento- salta con mayor vigor en tiempos de pandemia destacar que el único derecho que poseen mermado aquel segmento de seres humanos que pagan a la sociedad en cumplimiento de sus condenas, o que lo hacen por haberse decretado en su contra una prisión preventiva, es nominalmente, la restricción de su libertad ambulatoria.
Y entonces; otros derechos, que resultan socavados, no son sino el costo indeseado de un sistema de cárceles colapsado por su hacinamiento, que impacta de lleno en las condiciones mínimas para sobrevivir que en muchas ocasiones posee la virtud de amagar ciertos derechos que constituyen un núcleo infranqueable, como son la vida, la integridad o la salud, que no pueden sufrir amago por el hecho de estar una persona privada en su libertad.
No obstante lo anterior, la realidad actual tensiona con aun mayor fuerza lo antes dicho, si se considera la diseminación del COVID 19 en nuestro país, fenómeno que se extiende por cierto a la realidad carcelaria, y aun con los esfuerzos de Gendarmería de Chile para minimizar el riesgo de contagio, la variable de enfermarse es hoy una realidad que se acrecienta y es sin duda un factor que comienza a ponderarse por los tribunales en los estándares de prisión preventiva que se comienzan a establecer, con decisiones jurisdiccionales en que pugnan los fines cautelares del procedimiento y derechamente la protección a la vida y la disminución del peligro de contagio, lo que llevaría a optar en este último caso, por criterios restrictivos de la prisión preventiva de carácter supralegal (realidad covid), sumado a los de orden normativo existentes.
Ahora bien, una segunda problemática a destacar y que se vincula también al efecto de la pandemia, lo es la imposibilidad de realización de juicios orales por motivos de índole sanitario que lleva por cierto a la extensión de los procesos judiciales y por ende los tiempos de privación de libertad de los imputados en espera de juicio.
Y entonces dos reflexiones aquí cabe realizar. La primera. Como el estándar de prisión preventiva no se decanta aun, se hacen sucesivas solicitudes de revisión de prisión preventiva-muchas veces con resultados poco promisorios para la Defensa -efecto nocivo que se ahonda con la negativa a rajatabla para la realización de juicio en plataforma digital al aducir para ello la infracción al debido proceso, muchas veces sin expresión concreta de tales vulneraciones, más allá de la enunciación de ciertos principios amagados. En esta hipótesis, el escenario parece ser el peor, con imputados privados de libertad y su situación procesal sin resolver en espera de un juicio que no se concreta.
La segunda reflexión es lógica y consecuencial a lo primero. Colocado en el escenario anterior, y visto que la realidad no permite determinar un tiempo específico en que la situación actual por fin mute hacia juicios presenciales, y ni aun semi -presenciales, cabría ampliar el espectro y representarse más allá de posturas institucionales legítimas, el escenario de potenciales afectaciones desde un prisma ex –ante a uno en que, con la anuencia de la Defensa al juicio virtual, pueda impetrar eventualmente la protección recursiva cuando la afectación se concrete efectivamente y en dicho caso, pueda utilizar los mecanismos procesales a través de recursos intra –juicio (Nulidad procesal, por ejemplo) como a posteriori (recurso de nulidad), todo lo cual sin contar además con el rol tutelar del tribunal que no puede permitir el más mínimo amago de afectación al ejercicio de una garantía en favor del imputado.
La propuesta que se plantea está inmersa en un escenario de excepcionalidad, y por cierto no es el ideal, además que debe focalizarse a cierto tipo de juicios, pues sin duda es complejo sostener que el juicio virtual pueda ser utilizado en causas con abundante prueba o materias de alta complejidad técnica, pero todo ello no nos debe hacer olvidar la situación agobiante de los que he denominado “presos sin juicio”, que en la espera que el escenario de la pandemia se revierta, nada ganan y que por el contrario mucho pueden perder, incluso al poner en riesgo su propia salud.