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La olvidada historia de abandono tras el Chavo del 8


En sus orígenes, el popular personaje de Chespirito estuvo expuesto incluso a las drogas.

SÁBADO, 15 DE JUNIO DE 2019
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Publicado por

Equipo de Corresponsales



La inolvidable serie mexicana El Chavo del 8, debe ser sin duda una de los mayores hitos televisivos en toda Latinoamérica. Creada y protagonizada por Roberto Gómez Bolaños, logró encantar millones de personas con la historia de un niño huérfano que cometía travesuras con personajes como La Chilindrina o Quico en una vecindad.

Sin embargo, no todo fue diversión en la vida del  famoso protagonista. Esto ya que enfrentó crudos momentos antes de encontrar un lugar definitivo donde vivir. Así lo revela Chespirito, en el libro titulado El Diario del Chavo del 8, de 1995, donde Gómez Bolaños desclasifica los orígenes del particular personaje que quedó grabado en la memoria colectiva de toda una generación.

El verdadero nombre del Chavo era Rodolfo Pietro Filiberto Raffaello Guglielmi. Según revela el escritor, la madre del niño lo dejaba encargado en una casa, para poder irse a trabajar. “Lo malo era que la pobre llegaba muy cansada de tanto trabajar, y cuando decía que iba a recoger a su hijo le preguntaban: ‘¿Cuál es?’, y ella respondía: ‘No sé; uno de esos’, y entonces le daban el niño que tenían más a la mano”, relata en el libro.

“Un día mi mamá no pasó a recogerme, y los demás días tampoco”, cuenta en primera persona el personaje, quien posteriormente fue llevado a un orfanato. En aquel centro recibió golpes y castigos por parte de la encargada principal del recinto. “A mí una vez me sacó sangre de la nariz y luego se enojó porque manché mi ropa con la sangre, y después me castigó dejándome un día sin comer”, relata el Chavo, quien incluso señala que su mejor amigo falleció producto de una enfermedad. La desesperación del personaje de Chespirito fue tanta que le pidió a la encargada que lo dejara ir, a lo que ella aceptó. “Anduve caminando por muchas calles que no conocía. Un día llegué caminando hasta un callejón que estaba muy oscuro, y empecé a sentir miedo”, según relata.

De acuerdo a la historia de Gómez Bolaños, tras escapar del orfanato, el Chavo llegó a un sitio eriazo donde conoció a otros niños en situación de calle. En ese lugar, aprendió a hacer malabares para pedir dinero en los semáforos. No obstante, también estuvo expuesto a las drogas.

“Yo también le di una chupada (al cigarro), pero me dio muchísima tos. También tenían una bolsa de plástico, la cual tenía algo dentro; algo que olía parecido a como huelen los talleres donde pintan carros”, detalla el personaje.

Para colmo de males, uno de los niños de su grupo murió atropellado. “Conejo que estaba ahí en el pavimento, sin moverse y todo lleno de sangre”, describió el niño sobre el hecho que lo dejó helado y lo hizo escapar de ese lugar.

Si bien en la serie mexicana se muestra que el personaje llega solo a la vecindad y es recibido por Don Ramón y la Chilindrina, el libro de Gómez Bolaños plantea otro inicio a la historia. “Un día iba yo por otra calle que no conocía, cuando empezó a llover mucho. Entonces me metí a una vecindad. Y desde entonces he vivido ahí”, narra el Chavo.

Fue en ese entonces cuando conoció a una señora que vivía en el departamento número 8. La mujer de avanzada edad que sufría Parkinson, lo acogió en su hogar como si fuera su nieto. “Un día llegué a la vivienda y me di cuenta de que ya no le temblaban las manos; y toda ella estaba quietecita, quietecita”, detalla inocentemente sobre la muerte de la solidaria anciana. Fue desde ese entonces, que el travieso niño se quedó viviendo en la vecindad que todos conocemos. En este punto comenzarían las inolvidables humoradas del Chavo junto a sus amigos que se popularizó a través de la pantalla chica.


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