La bondad del árbol

De todos los seres -de algunos ni siquiera sabemos sus nombres- que habitan el planeta,
el árbol es uno de ellos; convivimos con él. Son seres vivos que desarrollan sus propios mecanismos y sistemas de existencia, muchos de los cuales tampoco conocemos.

Nuestro buen amigo, mejor dicho hermano árbol, es generoso, nos regala bondad. Crea el saludable aire que respiramos, acompaña, ofrece sombra, embellece, y también nos da sus frutos.Y todo…muchas veces a cambio de nada.

Poetas, artistas, filósofos en distintas épocas han tomado en particular al árbol como un motivo, como un tema. Uno de los bardos más notables, nuestro Neruda ( 1904 – 1973 ), el vate más terrestre, escribió magistrales versos sobre este vegetal hermano. También otros egregios artistas y científicos del mundo han señalado la trascendente significación estética y biológica del árbol.

Existen ejemplares milenarios que han logrado sobrevivir a pesar de la devastadora acción humana, son ellos testigos naturales de capítulos de la historia planetaria. Ha sido posible su existencia escapando de la tala abusiva, de la molienda de montañas enteras, de las toxinas echadas sobre los bosques y del criminal fuego.

Recuerdo dos versos del poeta nicaragüense Rubén Darío (1867 – 1916), que un tiempo se avecindó en Chile: «Dichoso el árbol que es apenas sensitivo / y más la piedra dura porque ésa ya no siente» (En el poema ‘Lo fatal’, de su libro «Cantos de vida y esperanza»). Diversos estudios científicos han señalado que los vegetales sí tienen grados de sensibilidad – tal vez hasta tengan memoria -. Biólogos noruegos han realizado investigaciones que informan sobre esa propiedad sensitiva de las plantas. Ignoramos más de lo que conocemos. Es posible que en el futuro sepamos algo más de otros seres que conviven con nosotros los humanos. Hurgar, observar, preguntar, preguntarse, reflexionar son formas de aprender, de saber.

Todo árbol es frutal. Sus frutos son el aire puro que todavía respiramos, la sombra que nos cobija, y la presencia viva de su belleza.

Carlos Poblete Ávila

Profesor de Estado