El sistema que nos rige descansa en el principio de que la mejor manera de financiar las pensiones consiste en ahorrar dinero en cuentas individuales, el cual se hace rentar invirtiéndolo en el mercado nacional e internacional.
Los títulos en que se pueden invertir, están establecidos en decretos del gobierno, por lo cual hay una regulación técnica en la materia. Pero, además, existe un pilar solidario, financiado con recursos estatales, que bonifica las pensiones de montos más bajos.
Parece que no todos tienen claro que las AFP son, como lo dice su nombre, administradoras de fondos de pensiones, no son las dueñas de aquéllos, y que su administración se financia mediante comisiones, que pagan los ahorrantes, que no tienen nada que ver con los fondos mismos. Cualquier sistema previsional debe financiarse, en este caso, con las comisiones.
Cuando se hace la apología de la administración de los fondos de pensiones por el Estado, pareciera que se cree que ello es gratis, y están muy equivocados. La burocracia hay que pagarla y es cara, y mientras no se comparen las cifras respectivas, es decir, cuánto cuesta la actual administración privada versus cuánto costaría la administración estatal, lo que no he escuchado en el debate, estamos dando palos de ciegos, opinando sin antecedentes ni conocimientos adecuados, muy propio de nuestro chilito.
El sistema de administración privado de los fondos de pensiones es perfectible, como toda obra humana. Lo dijo don Andrés Bello: “obra perfecta alguna ha salido de la mano del hombre”, en su mensaje del Código Civil.
Desde otro punto de vista, los impugnadores de las AFP no ven, o nada dicen, de los problemas sustantivos que afectan la eficiencia del sistema, a saber: a) las remuneraciones son bajas, luego, las pensiones que las reemplazan cuando se pasa a la vida laboral pasiva, difícilmente pueden ser mejores, si aquéllas no aumentan; b) las personas hoy viven mucho más que antaño, la expectativa de vida bordea los ochenta años, por lo cual los fondos acumulados deben financiar una mayor cantidad de años de pensiones, lo que es caro.
Para solventar los dos temas medulares esbozados, se requiere: mayor cotización, jubilar a mayor edad. No son temas fáciles de solventar.
El debate de las pensiones no consiste, entonces, en si debe o no haber AFP, sino definir previamente cuál sería el mejor sistema aplicable a Chile, y poder saber si ello aumentaría los montos actuales, e incluso, como se pueden aumentar los beneficios para los afiliados, por ejemplo, prestar dinero para adquirir casas, otorgar créditos blandos, bajar las comisiones, etc.
Hay mucho que hacer y que decir en la materia, mucho que estudiar, por lo cual no podemos desgastarnos en un eslogan facilista, que no mira el fondo del problema.
Pero, como en la segunda vuelta que deberemos enfrentar, este tema de las AFP está en el tapete, debemos preocuparnos de estudiar el tema, para sufragar fundadamente.
Mario Barrientos Ossa.
Abogado.
Magister en Derecho U. de Ch.