El humor es parte esencial de la inteligencia humana. Solo personas muy inteligentes pueden ser buenos humoristas, y tal calidad es lo opuesto al lenguaje sucio, ordinario, a la grosería, dicho más finamente, al lenguaje coprolálico.
Humorista es quien transmite alegría con genio, con talento, destacando cosas de la vida diaria que salen de lo común y, por eso, despiertan gracia, hacen reír. Coco Legrand, Bombo Fica, antaño Jorge Romero “Firulete”, Manolo González, entre muchos, destacan y destacaban por esa cualidad: relatar experiencias de la vida diaria mirada con otro prisma, con finura, de manera galana, con buen lenguaje, sin ofender, sin insultar, divirtiendo…
Hoy, posan de “humoristas” unos flaites que insultan, profieren groserías, sin talento alguno, ante un público fácil como la tabla del uno, que todo lo aplaude y lo premia, como dice el tango Cambalache, “todo es igual/nada es mejor/lo mismo un burro/ que un gran profesor”.
Lo que antaño era un espectáculo fino, para ser paladeado en familia, con nuestros hijos menores, hoy es un espectáculo ordinario, lleno de lugares comunes, con cero de chilenidad, todo extranjerizante, y los humoristas, falta que instalen una wáter en el escenario y defequen, ante el jolgorio del “respetable”, porque según explica una de las premiadas con dos gaviotas, “es lo que hacemos todos los días en mi familia”. Claro que es cierto, pero se hace en privado, no en público.
Por lo anterior, me sentí feliz que Alberto Plaza, un hombre exitoso, de talento, conocido en América Latina, haya sacado la voz por todos nosotros y reprochado el sucio espectáculo ofrecido. Malo y caro, porque se botan millones pagando esa chabacanería. Tuvo valor, sabiendo que sus palabras serían criticadas y lo insultarían con el mismo ímpetu con que lo hacen los “humoristas” actuales.
Antaño, un elegante Antonio Vodanovic proclamaba: “Viña tiene Festival”. Sus sucesores de hoy gritan con júbilo: “¡Los flaites tenemos festival!” Nos lo robaron.
A la brillante alcaldesa de Viña, que tanto se divirtió con los “humoristas”, le sugiero algo que puede resultar muy exitoso: la Gaviota de Plata está obsoleta, correspondía a los tiempos de gloria, creo que es conveniente reemplazarla por el “Flaite de Plomo”, por lo pesados y ordinarios. ¿No les parece una buena idea?
¡Aún tenemos patria, ciudadanos! No perdemos la esperanza que regresemos a la buena senda, y que podamos sentirnos a futuro, nuevamente, orgullosos de nuestro Festival. Tengo mucha fe en el talento de la señora alcaldesa y en sus asesores, que han mostrado una capacidad extraordinaria para transformar lo que era la gran entretención del verano en un albañal…Eso no lo hace cualquiera…
Mario Barrientos Ossa.
Abogado.
Magister en Derecho U. de Chile.
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