Cuando existía la Educación Cívica en los colegios, los niños y jóvenes recibíamos en detalle la información sobre los deberes y derechos ciudadanos, rol de las autoridades y los 3 poderes del Estado, detalles sobre la Historia de Chile, sus emblemas patrios, etcétera. Hoy poco saben de eso las generaciones más nuevas, poco se les enseña de los aspectos fundamentales y del sacrificio que para nuestros ancestros significó forjarla Patria e intentar plasmar una identidad y un legado en cada comuna del país.
Esta reflexión apunta simplemente a denunciar el abandono de nuestros emblemas, los escudos y las tradiciones, materializando tras cada cambio de autoridades nacionales y comunales un costoso e innecesario cambio de imagen, como si Chile y sus ciudades fueran empresas que cada 4 años cambian de dueño.
Creo en los “logos” para distinguir negocios y marcas, en las nuevas imágenes corporativas cuando dos farmacias se fusionan o inician una nueva etapa de marketing, pero Chile no es un negocio y menos una “propiedad” que deba constantemente renovar algunos de sus aspectos esenciales a costa del bolsillo de todos los chilenos.
Miles de millones de pesos cuesta tras cada cambio de gobierno comprar polares con logotipos de la administración de turno, adhesivos para camionetas, diseños de páginas web, publicar toneladas de folletos de difusión de las reparticiones públicas, placas en edificios estatales, letreros, etcétera.
Chile tiene un escudo y una bandera, además las comunas tienen su escudo respectivo. No obstante, el capricho de autoridades, el personalismo que busca dejar un “sello personal”, nos aparta de lo histórico y de la misma austeridad.
Si las palabras escritas en nuestro escudo patrio, de larga data, hoy por sensibilidades curiosas, se cuestiona, está nuestra Bandera para ser la permanente “marca” y orgullo de toda actividad, material, distintivo o imagen del Gobierno y el Estado.
Desde el primer Gobierno dela Concertaciónse comenzó a alterar colores y crear logos, hecho que el actual Gobierno repitió, insisto a un millonario costo económico, mientras nos hablan de un Chile más Justo, solidario, etc.
Rancagua cambia de “logo” cada 4 años, renueva un slogan y se sigue gastando, eso en una ciudad histórica cuyo Escudo original lo creó el propio Bernardo O’Higgins.
Destaco a Olivar, la comuna que represento, y varias otras excepciones, que no se han dejado tentar por el despilfarro y la publicidad pasajera, partidista o personal. Espero que los gobiernos sucesivos rescaten nuestro patrimonio histórico y que nuestra Bandera y/o Escudo vuelvan a tener presencia y la debida importancia, evitando que nuestro Chile y sus comunas sigan pareciendo meras empresas que continuamente cambian de dueño o administración.
Sergio Aravena Flores
Concejal Independiente de Olivar