Desde el Instituto de Altos Estudios Audiovisuales de la Universidad de O’Higgins, creemos firmemente que acercar el arte y el cine a la comunidad no es solo un gesto cultural, sino una necesidad formativa y social urgente. Vivimos tiempos acelerados, complejos, en donde las certezas se desvanecen rápidamente y el futuro exige de las nuevas generaciones algo más que conocimientos técnicos: les pide flexibilidad, imaginación y pensamiento crítico.
La creatividad —entendida como la capacidad de ver más allá de lo establecido, de imaginar nuevas soluciones y formas de relación— se ha convertido en uno de los valores más importantes para este siglo. Y es en el arte donde este pensamiento creativo florece con mayor libertad. Promover experiencias cinematográficas, talleres, exhibiciones o espacios de encuentro con las artes no es un lujo ni una excentricidad: es parte de la educación que nuestros jóvenes necesitan para desenvolverse en un mundo dinámico, incierto y desafiante.
A diferencia de épocas pasadas, en que una profesión se ejercía de forma estable durante toda la vida, hoy los saberes deben estar diseñados para la transformación constante. Aprender a pensar de manera divergente —es decir, encontrar múltiples respuestas a un mismo problema— es la verdadera preparación para ese escenario. Y el cine, como arte y como lenguaje, ofrece una posibilidad excepcional para desarrollar esa mirada amplia, sensible y reflexiva que tanto necesitamos.
Por eso, desde el Instituto impulsamos con convicción iniciativas que vinculen a la ciudadanía con las expresiones audiovisuales. Porque creemos que la cultura no debe estar encerrada en salones académicos, sino que debe expandirse hacia los territorios, los barrios, las escuelas. En cada proyección comunitaria, en cada taller con jóvenes, hay una semilla de futuro. Un futuro que, más que nunca, requerirá de mentes abiertas, creativas y capaces de imaginar nuevas formas de habitar el mundo.