Miguel Ángel Guzmán, gerente de la Junta de Vigilancia del Río Tinguiririca, ha encendido las alarmas respecto a la disponibilidad hídrica futura, sosteniendo que, las condiciones actuales en la cordillera y la escasa acumulación de nieve podrían adelantar la baja de caudales, especialmente a partir de febrero.

Aunque la distribución de agua en diciembre ha sido relativamente tranquila, los datos indican que la región ya enfrenta un déficit hídrico significativo.

El régimen del río Tinguiririca depende en gran medida de la acumulación de nieve, así como de los glaciares Palacios y Universidad. La fusión de esta nieve es la fuente fundamental de agua que se recibe desde noviembre y diciembre en adelante. No obstante, el nivel de nieve acumulada este año no fue tan alto como el anterior, lo cual genera preocupación.

Guzmán explicó que, en términos generales, la región se encuentra con un déficit que se estima en torno al promedio histórico. Aunque las cifras exactas son difíciles de determinar, dado que Rancagua carece de una campaña de medición a nivel oficial y la información de la Dirección General de Aguas (DGA) a menudo extrapola datos de Maule y Maipo, las referencias disponibles sugieren que el déficit es similar al de los años 2021 o 2022.

Actualmente, el caudal que está fluyendo se encuentra por debajo de los promedios históricos, con un déficit que oscila entre el 30% y el 35% respecto a un año normal.

Isoterma alta y doble efecto negativo

El factor más preocupante, según la Junta de Vigilancia, es la presencia de una isoterma alta en la cordillera, lo que provoca que las precipitaciones caigan en forma de lluvia incluso en cotas elevadas.

Esta lluvia tiene un doble efecto negativo. Está derritiendo la nieve acumulada en alturas medias (sobre los 3.000 a 3.500 msnm), que debía servir para el suministro hídrico en los meses más secos. Y deteriora la calidad, ya que “al llover hasta muy arriba, el agua arrastra sedimento y barro, especialmente en sectores con suelo desnudo, lo que perjudica las bocatomas y la calidad del agua”, explica el gerente.

«Si siguen estas condiciones, con chubascos proyectados para esta semana, nos va a tocar replantearnos la distribución. Lo más probable es que en febrero el caudal se venga abajo «, advirtió Guzmán.

La pérdida anticipada de esta reserva de nieve implica que para febrero y marzo el suministro deberá depender de la nieve ubicada por encima de los 4.000 msnm, la cual es menos abundante y más sensible a las condiciones climáticas (como los días nublados que impiden su derretimiento).

El pronóstico es claro: la nieve será poca y el caudal será bajo.

Medidas de racionamiento en curso

Ante la inminente escasez, la Junta de Vigilancia está preparada para implementar medidas de gestión. La principal acción es el «racionamiento», lo que se conoce como declarar el «río a turno».

Aunque hasta diciembre la distribución a los aproximadamente 60 canales de regadío ha sido adecuada a pesar del déficit, el gerente advierte que “la declaración del río a turno representa una alerta”.

“Una vez activada, los celadores de la Junta restringen el ingreso de agua a las bocatomas, ejecutando un reparto estricto. Esta señal obliga a los canales internos a organizar sus propios turnos de riego por sectores, asignando días y horas específicas para el uso del agua”, detalló Miguel Ángel Guzmán.

Guzmán enfatizó que, a pesar de que algunos pudieran haber creído que la megasequía había terminado tras un año de superávit o cercano a la normalidad, la verdad es que la macrosequía persiste. El año en curso ha regresado al déficit, con una escasez de caudal del 30% al 35%. La situación actual exige una gestión cuidadosa de los recursos para asegurar el abastecimiento en los meses de mayor demanda.

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