Un país, una región, una comunidad en crisis, representa una dura prueba para la ciudadanía, pero debiera ser la oportunidad en que afloren los talentos y el temple de sus autoridades, lo que muchos llaman liderazgo.
Una crisis económica y social que parece no dar tregua, una ola de crímenes de alta connotación pública acompañados de violencia asociada al crimen organizado y el narcotráfico, así como también cifras aberrantes en materia de violencia de género y violaciones, sucesivos cambios políticos, graves problemas de conectividad con soluciones atrasadas por décadas parecen ser el caldo de cultivo perfecto para una crisis total, o, al menos para un estancamiento profundo.
Pero ante este escenario lleno de sombras, la posibilidad de salir de esas tinieblas reclama una luz particular y especialmente brillante, que permita vislumbrar los sinuosos pero muy reales caminos de solución, que esclarezca los nudos críticos que impiden que los problemas encuentren un cauce y que llene de esperanza los corazones de quienes sufren en carne propia y en su vida diaria las dificultades que para otros son sólo números.
Esa luz es el liderazgo, y es precisamente lo que no parece encontrarse en O’Higgins.
Un gabinete regional sin peso político, un delegado presidencial que no parece tener ascendiente sobre éste o control real de las políticas públicas, un Consejo Regional casi inexistente a los ojos de la ciudadanía y que no parece tener prioridades o sellos propios, y un gobernador regional que, pese a haber sido reelegido con un importante caudal de votos, sigue estando a la deriva en su relación con el poder central, sin posibilidades de influir decisivamente en las resoluciones de la capital, alcaldes duramente cuestionados por graves problemas de corrupción que han desprestigiado y comprometido a los municipios en general y parlamentarios ausentes de los problemas que aquejan a las personas y capturados por la política de salón que se desarrolla en Valparaíso y Santiago, representan un panorama desalentador.
¿Quién responde ante la ineficiencia y los atrasos?, ¿Quién enfrenta la crisis de seguridad que asola nuestras calles con algo más que números?, ¿Quién puede marcar el rumbo de la recuperación de nuestra capacidad de crecer?
La Región de O’Higgins tiene el potencial para tener en su territorio empresas líderes mundiales en sus rubros tanto en la minería, como la agricultura o agroalimentaria, tiene un capital humano crecientemente mejor capacitado y, por tanto, no hay explicación posible para la crisis y el estancamiento que vive, salvo uno: El puesto de líder, está vacante.
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