Durante la conmemoración de las Glorias Navales, en los tradicionales actos que recuerdan la gesta de Prat y sus hombres, se restringió el acceso del público en general, solo pudiendo estar presentes, ciudadanos especialmente invitados al evento, todos adherentes del gobierno de turno, por cierto.
La medida, que según el Presidente Boric no responde a una instrucción suya, podría tener lógica en determinadas circunstancias. Por una crisis de seguridad o un clima muy beligerante en términos políticos; quizás si los actos se desarrollaran en zonas del país en que la violencia se encuentra descontrolada, y en general muchas otras posibles explicaciones que se pudieran ensayar para justificarla, pero que no se dan en ese caso concreto.
Por otro lado, la seguridad que rodea al mandatario ha incluso entorpecido el libre tránsito de calles en el barrio Yungay, donde reside el gobernante.
En nuestra Región de O’Higgins, sin ir más lejos, recibimos la visita del Presidente Boric solo dos veces en lo que va de su mandato, una de ellas a Pichidegua en el Día de las Cooperativas Campesinas y otra en un trayecto del metrotren hasta la comuna de Rengo.
Pero más allá de las anécdotas, o el problema específico ocurrido en los eventos del fin de semana, preocupa la creciente desconexión de la autoridad con la ciudadanía, lo que aparece paradojal considerando el origen de quienes hoy ejercen funciones en el Poder Ejecutivo.
Lejanos parecen los días en que quienes hoy están en La Moneda hablaban de tener siempre “un pie en la calle”, y hoy parecen temerle a esa misma calle, aunque lo verdaderamente preocupante es que resultan haber perdido contacto con ella y lo que significa.
Nuestra región no es la excepción de este alejamiento progresivo de quienes detentan la potestad pública con la ciudadanía que se supone representan y a quien se deben, recordemos por ejemplo, que comerciantes del centro de Rancagua, organizados por los problemas de seguridad que aquejan al centro de la ciudad histórica, no fueron recibidos por el delegado presidencial y terminaron constituyendo una mesa de trabajo con el gobernador regional, quien no tiene atribuciones en la materia.
Ejercer una función pública, en palabras del propio Presidente Boric, puede resumirse en la práctica en que “otra cosa es con guitarra”. Quienes basaron sus campañas electorales, su discurso o relato político en su “contacto con la calle”, han mostrado tener un creciente temor a profundizar ese contacto con la ciudadanía y eso va redundando también en sus prioridades y decisiones, lo que podría explicar, en parte, sus cada vez más deficientes resultados electorales.