El título de las presentes líneas es el del libro de Nicolás Mihovilovic Bajcevic, que relata la historia de los inmigrantes en la región de Magallanes, obra literaria que es, sin lugar a dudas, todo un referente en la materia.
Para quienes somos descendientes de inmigrantes, el recuerdo de la forma en que nuestros antepasados llegaron a tan austral territorio y de cómo se asentaron él, es motivo de orgullo, ya que existieron ciertas condiciones que convirtieron el proceso en una verdadera odisea.
Lo primero que hay que tener presente es que la inmensa mayoría de quienes llegaron a Punta Arenas, lo hicieron en busca de un futuro mejor, dadas las complejas circunstancias existentes en sus países de origen. Llegar al nuevo mundo, asentarse, prosperar y regresar a su terruño era la idea, la que sin embargo rara vez se materializó.
Llegaron a un territorio, que pese a su belleza, se presentaba frío e inhóspito, con una ciudad en vías de desarrollo, con mínimas condiciones para el bienestar humano, sin contar en muchos casos con las dificultades de la barrera idiomática.
Su fuerza de voluntad, su capacidad de innovación, su resiliencia y la necesidad de proteger y desarrollar a sus familias, les permitió superar los obstáculos y progresar, algunos con más fortuna que otros, pero todos con un inmenso sacrificio.
Pasaron los años y el tiempo de regresar a su terruño se acercaba, las metas que se habían fijado se habían cumplido, pero lo postergaron; la educación de los hijos era más importante, había que quedarse un tiempo más.
Años después, cuando sus vástagos adquirieron profesiones u oficios que les permitían continuar la obra de sus progenitores y valerse por sí mismos, llegó por fin el postergado momento de volver, el que, sin embargo, fue nuevamente postergado, los nietos, el apoyo a sus hijos y el amor que gradualmente adquirieron por su Patria adoptiva, los hizo desistir de sus intenciones.
Hoy el cementerio de la ciudad tiene estampadas en sus lápidas, los nombres de aquellos que viniendo desde lejos, se quedaron para siempre.
Para quienes, siendo hijos o nietos de inmigrantes aún no han leído el libro mencionado, solo me queda invitarlos a hacerlo, en sus páginas descubrirán la dureza de la vida que enfrentaron sus antepasados y cómo al hacerlo, contribuyeron a que nosotros, sus descendientes, seamos lo que hoy somos, apoyando en el proceso, el desarrollo del país que los cobijó y el cual, pese a sus iniciales intenciones, jamás abandonaron.