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La crisis del empleo juvenil en la región de O’Higgins

MIÉRCOLES, 21 DE SEPTIEMBRE DE 2022


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Nos encontramos en medio de una crisis del empleo juvenil, la que ha sido exacerbada por la pandemia derivada del COVID-19. En efecto, como ha indicado la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre los años 2019 y 2020, el empleo juvenil a nivel mundial disminuyó en alrededor de 34 millones de personas, cuestión que redundó en un aumento de 1,5 puntos porcentuales en la tasa mundial de jóvenes que no trabajan ni estudian, situándose en su nivel más alto en al menos quince años.

En Chile, la tasa de ocupación de los jóvenes (15 a 29 años) a mediados del año 2022 llegó a 40%, lo que representa una caída de 3,7 puntos porcentuales respecto a febrero del 2020, un mes antes del inicio de la pandemia. A nivel regional, el escenario es más complejo aún. De hecho, en O’Higgins, en mayo de 2022, el empleo juvenil alcanzó el 36,9%, lo que comparado con febrero del 2020, cuando la tasa de ocupación juvenil en la región llegó al 46,9%, representa una caída de 10 puntos porcentuales, casi 26 mil personas. 

En relación con los salarios, en nuestra región son los jóvenes quienes presentan las remuneraciones promedio más bajas respecto al conjunto de los ocupados, y, aunque desde el año 2017 al 2020 aumentaron de manera constante, pasando de $441.454 a $525.132, para el año 2021 disminuyó a $486.968 promedio mensual, lo que representa una caída cercana a los 40 mil pesos en las remuneraciones líquidas de este tramo etario.

Así, coincidiendo con el diagnóstico que entrega la OIT para la situación de los jóvenes a nivel mundial, en la región de O’Higgins, en este segmento de la población, se observa una afectación negativa a nivel laboral, tanto en materia de ocupación como salarial. Cuestión que, si consideramos los cambios en los sentidos de los jóvenes respecto al trabajo, abre una serie de desafíos específicos.

Al respecto, algunas de las conclusiones del estudio sobre “Educación Media Técnico Profesional y Mercado Laboral” realizado por el Observatorio Laboral de O’Higgins el año 2021, nos alertan de cambios profundos que están impactando en la relación de los jóvenes con el trabajo.  Estos parecen haber dejado atrás la noción sacrificial del trabajo, que en O’Higgins se asocia fuertemente a la agricultura, uno de los sectores que más empleo aporta a la región. Esta noción basada en el sacrificio, más arraigada en los rangos etarios mayores, comienza a ser reemplazada por la valoración del esfuerzo y el reconocimiento del mérito. Además, consultados sobre los aspectos más valorados en su futura inserción laboral, los jóvenes en primer lugar priorizan el ambiente, es decir, la calidad de la experiencia de trabajo, como segunda opción marcan la importancia de un sueldo acorde a sus expectativas y, posteriormente, valoran un horario que les permita conciliar lo laboral con la vida personal, y un empleador preocupado por el entorno y el medio ambiente. 

Lo anterior, sumado a la masiva aspiración de ingreso a la educación superior, evidencia una disociación entre el perfil que se proyecta del nuevo trabajador y las características del empleo en la región -marcado por la estacionalidad productiva, las bajas remuneraciones y la demanda de ocupaciones elementales, asociadas principalmente a las actividades agrícolas y comerciales, de baja sofisticación tecnológica-, generando espacios poco atractivos para la incorporación de los jóvenes. Por lo tanto, acá no solo estamos frente a dificultades estructurales para la contratación de jóvenes, sino que nos encontramos frente a un quiebre entre nuestra tradicional matriz productiva y las expectativas laborales de los jóvenes, por lo que a la par de la formación de capital humano más especializado, aparece el desafío de crear puestos de trabajos de mayor complejidad para este nuevo trabajador, que emerge con más años de formación de lo que requieren la mayoría de los empleos en la región.


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