En distintas instancias hemos planteado que el proceso constituyente es una oportunidad para modernizar el Estado, para remozarlo, despolitizarlo y dotarlo de eficacia en favor de las familias chilenas.
La vacunación masiva nos permite ver concretamente a qué nos referimos con esto, porque hay que decirlo, la seriedad y buena gestión del proceso vacunatorio es un orgullo para Chile y podemos sacar muchas lecciones de él. Veamos:
Primero, la negociación por tener las dosis suficientes en Chile antes que en tantos otros países, habla de una gestión seria y oportuna cuando más se la necesitaba.
Segundo, la decisión de “municipalizar” la administración de las vacunas es un ejemplo de descentralización de la política pública, reconociendo la capacidad instalada y la realidad local diversa de cada territorio.
Esta misma ejecución en base a las municipalidades es un ejemplo de la necesaria despolitización de las prestaciones públicas claves. Tratándose de algo tan vital como la vacuna, era fundamental no dar espacio a la discrecionalidad política que termina afectando a los ciudadanos según el partido al que pertenecen sus autoridades locales. Y aquí también el gobierno estuvo a la altura.
En definitiva, la vacunación masiva en curso, es un ejemplo de una política pública bien hecha, oportunamente planificada y eficazmente ejecutada.
Ese es el camino para el proceso constituyente, modernizar nuestra institucionalidad para lograr verdaderas políticas de Estado, despolitizadas y descentralizadas, con el foco puesto en lo importante: en este caso proteger a la población de la pandemia histórica que nos aqueja. Bien por Chile.