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Columnas de Opinión

Síndrome del pato cojo

LUNES, 13 DE JULIO DE 2020


Un pato cojo camina mal, y nada todavía peor. Por ello, cuando un líder demuestra debilidades en su gestión, se dice que sufre del síndrome del pato cojo, que se traduce en que pierde credibilidad, su autoridad se desvanece, su liderazgo se olvida y cada cual hace lo que le viene en gana.

Si el pato cojo es quien gobierna, el país se hunde en la ingobernabilidad.
El síndrome se muestra día a día en nuestra política nacional. La votación que presenciamos en la Cámara de Diputados el pasado viernes, en que se aprobó una reforma constitucional que permite retirar un porcentaje de los fondos de pensiones, con el voto favorable de diputados de gobierno, quienes votaron en contra del mismo, graficó el clímax del síndrome que analizamos.

A un pato cojo no se le obedece, su liderazgo se desvanece, pareciera escucharse un ¡sálvese quien puede! cuando la explicación de esos diputados oficialistas es que lo hicieron por sus electores, es decir, descaradamente afirman que solo pretenden mantener su puesto, conservar su votación, por sobre el interés nacional, renunciando a los ideales de su partido.

La cojera del pato, no es cosa de un día, se va notando pausadamente y se muestra descarnadamente con la acumulación de hechos. Cuando se abandona el programa con el cual se fue electo, y se asume el del adversario, cuando no se tiene fuerza ni coraje para restituir el orden público, cuando el terrorismo muestra sus garras en la Araucanía, y no pasa nada, cuando la educación pública y privada se caen a pedazos, cuando se cede a la violencia, lo que un Estado jamás puede tolerar, cuando se deja de cumplir la ley, por temor o miedo, cuando seguimos creando servicios públicos cuyas tareas no se sabe, o no se nota, que sean productivas, la cojera va in crescendo.

¿Alguien me puede ilustrar cuál es el aporte de la Subsecretaría de Prevención del Delito, si en medio del toque de queda se producen asaltos, portonazos, se trafica, y la ola delictual crece día a día?.

El pato cojo, sin embargo, pretende desconocer su mal estado, pronuncia discursos ajenos a la realidad, formula aseveraciones en torno a lo mismo que no ha podido o no ha querido cumplir, lo que desconcierta, y no hace sino aumentar su cojera.

Como si fuera poco, sus inmediatos colaboradores adolecen del mismo mal, sus parlamentarios se mandan solos, asumen banderas ajenas, el desconcierto es total.

A vista y paciencia del pato cojo, avanza un proceso de demolición del sistema, incansablemente, en el frente constitucional, en el económico, en el social, y lo que es más grave, en el moral, pues todo ahora es aceptable, poco o nada merece reproche.

¡Señor, dame tu fortaleza!

Mario Barrientos Ossa

Abogado, Magister en Derecho U. de Ch.



Acerca de Mario Barrientos Ossa.
Nació en Rancagua. Egresó del Instituto Nacional y cursó Derecho en la Universidad de Chile. Es Diplomado en Administración Pública y Magíster en Derecho de la misma casa de estudios. Se desempeñó como Contralor Regional y subjefe del Departamento de Estudios de la Contraloría. Posteriormente, fue Asesor Jurídico de la División El Teniente. A contar de 1994 ejerce liberalmente la profesión en su Estudio Jurídico. Fue alcalde de Rancagua y uno de los cofundadores de la Universidad Leonardo da Vinci. Fue profesor en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y en la Universidad de Aconcagua, cuya Revista de Derecho creó y dirigió. Se desempeñó como Abogado Integrante de la Corte de Apelaciones de Rancagua.
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