El fracaso del sistema económico socialista y del Estado Socialista, llevó a la caída del muro de Berlín y de Unión Soviética en la década del 90 en el siglo pasado. La burocracia, la falta de libertad política, económica y religiosa entre otras cosas, fueron algunas de las causas de este fracaso. Los pocos Estados Socialistas que aún funcionan, Cuba, Venezuela, Corea del Norte, no son hoy ejemplo a seguir.
El Estado Subsidiario imperante hoy en Chile, también ha fracasado, así lo demuestra una larga historia de necesidades sociales y económicas sufridas por los trabajadores y sus familias, desde su implementación. Los bonos y subsidios otorgados por el Estado, sólo han sido débiles paliativos que no solucionan los problemas de fondo de la población. El despertar de octubre del año pasado y las miserias debeladas por la pandemia, así lo han ratificado.
Fracasado el Estado Socialista y el Estado Subsidiario, ¿hacia dónde podemos mirar los ciudadanos? ¿Existe alguna otra alternativa de tipo de Estado? Si, existe, y este tipo de Estado, se conoce como Estado de Bienestar Social, el cual consiste en un modelo político, económico y social, en que el Estado cubre los derechos y necesidades de todos los ciudadanos. El Estado interviene en la economía y la sociedad, respetando la libertad económica y política, para combatir la desigualdad. El Estado se hace cargo de una educación y salud gratuita y de calidad para todos los ciudadanos, Se preocupa del desarrollo cultural, el respeto y cuidado del medio ambiente, de jubilaciones dignas, entre otras cosas.
El tipo de Estado que el Chile del siglo XXI requiere, es uno de los más importes debates que deben estar presentes en la discusión de la nueva constitución política que el país afronta. Podrán sus detractores señalar que este tipo de Estado de Bienestar Social sólo se puede financiar con aumento de los impuestos por parte de la ciudadanía y los más ricos, sin embargo, cualquier aumento de impuestos, si es para distribuir con más justicia la riqueza, bien valdría la pena. Pues para vivir como los países escandinavos y algunos europeos, en que rigen políticas de bienestar social, no sería malo experimentar.