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Columnas de Opinión

Desigualdad y Democracia en Chile

MARTES, 9 DE JULIO DE 2019
Publicado por

Columna de Opinión



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¿Por qué Chile es al mismo tiempo democrático y desigual? Aunque una democracia desigual pueda parecer algo normal, en realidad, no lo es. Estos sistemas políticos nacieron para redistribuir la riqueza y el poder. Fue en Europa, cerca del año 1700, que las monarquías tuvieron que ceder a las presiones económicas de la sociedad. Volviendo a Chile, sin embargo, vemos que tenemos niveles altos de democracia, pero que, junto a México, somos los países más desiguales de la OCDE. ¿Por qué?

El problema es el siguiente: si hay más votantes pobres, debieran salir electos aquellos candidatos que ofrezcan políticas públicas que favorezcan la redistribución de ingresos y riqueza. Esta intuición es importante en un país como Chile, donde el ciudadano típico percibe sólo $379.673 mensuales netos (lo que es catastrófico). Aun así, vemos representantes electos que no sólo frenan la redistribución, sino que, además, aplican medidas «regresivas» («quitándole a los pobres para darle a los ricos»).

El problema no es económico. El sistema de partidos no está generando candidatos capaces de transformar la estructura de redistribución. Sabemos, por ejemplo, que partidos como la UDI usan estrategias políticas «segmentadas». Ellos ofrecen soluciones de corto plazo a los pobres, mientras que defienden el modelo económico desigualizante en el Congreso (beneficiando a los ricos).

Lo primero es lo primero. Debemos poner un tope a la manera en que las elites económicas influencian la política. No es secreto que los candidatos reciben importantes donaciones de grandes empresas para financiar sus campañas. Pero una vez electos, pierden libertad al aceptar estos dineros. El problema es que ya se vuelve menos importante para ellos representar los intereses del ciudadano típico, ese que percibe sólo $379.673 mensuales (y que no le alcanza para donar dinero).

Entonces, Chile es al mismo tiempo democrático y desigual porque no existen frenos adecuados, capaces de amortiguar la influencia de las elites económicas en la política. Algunas alternativas podrían ser el financiamiento público a las campañas (bajar el costo a la participación), límites a las donaciones (reducir la influencia de las grandes corporaciones) y al gasto electoral (poner un tope al gasto). Sin estos frenos, los que representamos el porcentaje más pobre, seguiremos en una política influenciada por aquellos que pueden donar dinero a las campañas. Esta política garantiza los altísimos niveles de desigualdad que tenemos.

Dr. Héctor Bahamonde

Académico Instituto de Ciencias Sociales

Universidad de O’Higgins.


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