Cada vez menos chilenos se declaran católicos, según reveló la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). La cifra es clara: De un 69% en 2008, cayó a 55% este año, lo que se traduce en un descenso de 14 puntos en una década.
Además, quienes no se identifican con ninguna religión aumentaron de 11% a un 24% en el mismo período.
El tema es que al parecer la sociedad chilena cada vez se siente menos identificada con alguna religión, porque las cifras tampoco demuestran que haya existido un cambio desde la iglesia católica a la evangélica, ya que esta última población cayó 1% en estos diez años, pasando de un 17% a un 16%.
Se desprende entonces que existe una caída de la religiosidad, marcada por una sociedad más consumista, más cuestionadora. En este escenario, los abusos han acelerado esta desconexión porque sin duda han afectado la credibilidad de una iglesia fuertemente golpeada por estos escándalos que se han multiplicado en los últimos años. La tardía reacción de las cúpulas, los silencios, la complicidad en algunos casos, y las tibias sanciones ante hechos graves, obviamente han afectado la cercanía con los fieles.
En otras palabras, está baja cifra tiene que ver con la mala forma en que las cúpulas de la iglesia han manejado este tema; y que ha puesto un manto de duda muy difícil de despejar, demostrando que las últimas reacciones más enérgicas, no han logrado levantar la credibilidad de una institución que continúa en crisis.
De esta forma, la iglesia católica no se escapa de ese grupo de organizaciones (Carabineros, la Fuerzas Armadas, el Congreso, por nombrar algunas) que han sufrido una fuerte caída reputacional y la desconfianza de una sociedad que hoy ya no cree en sus instituciones.
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