“¿Quién vigila a los vigilantes?” reza el viejo adagio. Y estas semanas ha resonado atronadoramente en una deriva que lleva mucho tiempo sin resolverse. Personalmente, creo que efectivamente hubo un rasgo de inocencia en quienes conducen el Estado desde el poder ejecutivo cuando se relacionaban con la policía, colindante en el abandono de deberes. Inocencia que vimos en todos los gobernantes desde Frei Ruiz-Tagle hasta hoy.
Además, por Wikileaks, sabemos que Pérez Yoma pedía ayuda al FBI para forjar un caso Mapuche-FARC, que la comunidad internacional de inteligencia conocía falso y un reconocido cazabobos de la inteligencia colombiana en la que muchos cayeron. He detallado la insubordinación de Bruno Villalobos desde que fue jefe de Dipolcar, y de su éxito en pericias que lo harían merecedor del Nobel, por lograr detectar ADN donde nadie más ha podido.
No se puede obviar que hubo detenciones ilegales y torturas a niños en liceos, y al asalto con gases de establecimientos; se pretendió vincularlo al proyecto “Aula Segura”, sin embargo, el proyecto de Ley no garantiza lo que reseño previamente.
Años de formación con soldados americanos que no saben resolver cosas con civiles, sólo miremos Irak o Afganistán, no pareció buena idea. Menos aún formación en tropas que asesinaban campesinos colombianos para reclamar bonos por lucha antiguerrillas. Ahí están Freirina, Aysén, Quintero, etc.
Sí, cuando el primohermano del presidente, Andrés Pío Bernardino dicen que Carabineros los tenía engañados yo puedo creerles. Sin embargo, ese es un primer paso tardío (unos veinte años en Chile) para reformar las policías. Tiene en contra un poder enquistado que postea memes en redes sociales indicando que la ciudadanía estará desprotegida si se cuestiona el actuar policial, que sabe como engañar autoridades políticas y, además, mucha gente apoya la gestión policial a cualquier costo, donde su alianza tiene bastante voto duro. Hace pocos días el candidato que pretende que las policías son cosa “de derecha” criticaba de forma oportunista al presidente Piñera por haberse hecho cargo de tomar decisiones políticas.
Lo bueno para el presidente Piñera es que es muy difícil que las cosas estén peor. Humildemente, espero que no abra espacios a mayor corrupción con la excusa de la flexibilidad y urgencia. Y de pasada, en un espacio que tiene la misma antigüedad, desmilitarizar la Araucanía. Los incentivos al actuar de Carabineros no permiten comprender que se vaya a mejorar lo que vimos, de hecho, siguió ocurriendo tras la muerte del comunero Camilo Catrillanca.
Francisco Javier Larraín Sánchez
Docente e Investigador
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