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El affaire Mariana Aylwin: cuando la guerra fría se tomó de nuevo la agenda pública

MARTES, 28 DE FEBRERO DE 2017
Publicado por

Columna de Opinión



Me cuenta un viejo socialista que una vez que fracasó el intento por impedir el ascenso de Allende al gobierno y que culminó con el asesinato del general Schneider, la CIA sabía que su única posibilidad era sumar al PDC en una operación que hiciera que la posición de Frei Montalva (partidario desde temprano de hacer caer a Allende) fuese mayoritaria en el falangismo.

La ocasión, el asesinato de Edmundo Pérez-Zujovic por la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP) digitada por la CIA a través de una de aquellas operaciones de manual – crear y financiar grupos insurgentes radicalizados que trabajaran contra la izquierda – de los servicios secretos dio resultado y desde junio de 1971, luego de un primer año relativamente exitoso de la UP, la DC se sumó al PN.

Por ello el malestar de este amigo quien, en un pleno del comité central del PS, increpó a Eduardo Coco Paredes y lo acusó de que por “culpa de su ineficiencia”, como Director de Investigaciones se dejó escapar a los verdaderos responsables del atentado al ex ministro DC puesto que un equipo del PS logró dar con los autores intelectuales y los planos de la ejecución que realizaron miembros del VOP y que por responsabilidad de investigaciones se dejó escapar al día siguiente de estar presos, en un vuelo directo a EE.UU. Si se hubiese confirmado que era la propia CIA la que estaba matando a personeros DC para enrielarlos en las filas de la conspiración, “otro gallo habría cantado”.

Todos sabemos lo que pasó después, y la DC con un fuerte componente espiritual anticomunista, y en el contexto de la Guerra Fría y del mundo dividido en dos bloques, se sumó mayoritariamente a la coalición político-militar que haría caer definitivamente a Allende en septiembre de 1973.

Hoy aquel mundo ya no existe, y por ello resulta insólito, que acabe por tomarse durante la semana – hasta que a Piñera se le apareció marzo – la agenda pública. Y si bien es cierto que el asunto sucedió en febrero, donde abundan los voceros suplentes – en este caso la “hija de” -, pues los titulares están de vacaciones y la prensa tiene que esforzarse para producir alguna noticia que genere polémica y titulares para despertar, aunque sea por un rato, a una retraída audiencia pública.

Sin embargo, como ayer, el affaire Mariana Aylwin se vio inmerso en un ambiente similar al de esas novelas negras donde abundan los personajes caídos y perdidos y, peor aún, concluyó creando un incidente diplomático mayor e hizo evidente, una vez más, el doble discurso del gobierno chileno que por un lado defiende a Mariana y por otro no escatima en expulsar a cuanto extranjero le parezca peligroso aplicando los mismos principios que la dictadura castrista usó para no dejar entrar a Mariana quien iba a recibir una distinción de club amateur y que tenía mucho más de operación anticastrista fabricada en Miami, digitada desde la CIA que a falta de enemigos reales y peleada con Trump tiene que inventar escenarios e incidentes para congraciarse con el nuevo presidente.

El affaire, además, de lo ya dicho, resultó siendo una maniobra burda en que aparecían juntos: la fundación Jaime Guzmán, un grupo democrático de dudosa reputación, los cubanos anticastristas y el sector más conservador del PDC y una protagonista, Marian Aylwin que, como bien lo señaló el diputado Hugo Gutiérrez, es una figura irrelevante en su partido. ¿Su objetivo? No lo sabemos, aunque se puede especular: sacar a la DC de la Nueva Mayoría (tal vez), quebrar al PDC (más difícil), potenciar a Aylwin comocandidata (imposible) o arrastrar a un sector del PDC tras Piñera (¿?).

Edison Ortiz.

 


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