El capitán Ramón Freire.
Ramón Freire tenía una clara inclinación hacia la causa independista que lo llevó en 1811 a ingresar como cadete del escuadrón Dragones de la Frontera, en Concepción, iniciando una larga carrera militar.
El primero de octubre de 1814, el capitán Freire con unos doscientos dragones, trató de impedir el paso del grueso del ejército realista por el vado de punta de Cortés, acción brava pero infructuosa, ya que ante la enorme superioridad adversaria, se vio en la obligación de replegarse hacia la ciudad, en donde ya se habían reunido O’Higgins y Juan José Carrera, con la primera y segunda división respectivamente.
Organizada la defensa en las cuatro trincheras inmortales, las fuerzas de caballería, entre ellas los escuadrones de dragones al mando de Freire y del capitán Rafael Anguita, fueron colocados por Bernardo O’Higgins en el centro de la plaza, con la misión de concurrir el punto más amagado o de mayor peligro
Siete ataques soportaron los patriotas, rechazando cada uno de ellos, hasta que confirmada la no llegada de refuerzos y al límite de las fuerzas, O’Higgins decide romper el cerco.
Es en ese momento en que las características humanas de Freire brotan instintivamente, sin mediar orden superior, comienza a organizar a sus dragones de tal forma que protegieran a Bernardo O’Higgins durante la carga que emprendería, a fin de que no fuera muerto o herido.
En su mente estaba claro que la suerte del futuro de la naciente Patria, estaba en manos de quien, representaba para el ejército, el militar de mayor importancia, y para Chile el principal patriota.
Sentía por tanto la obligación de protegerlo, precaviendo que pudiera salir del mortal cerco, a fin de emprender nuevamente la odisea libertaria. Pero Bernardo le manifiesta: “debo atacar de frente al enemigo”.
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