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Columnas de Opinión

Eros, el dios del Amor y la Sabiduría

VIERNES, 6 DE DICIEMBRE DE 2013
Publicado por

Columna de Opinión



Platón gustaba de ejemplificar sus ideas usando como recurso didáctico algunos mitos, de los cuales extraía conclusiones al modo de las moralejas. Así, en su dialogo “El Banquete” -por boca de su maestro Sócrates- nos describe al amor (Eros) en una situación intermedia entre la pobreza y la riqueza. Eros, al ser hijo de Penia, diosa de la pobreza, siempre está necesitado de todo. Pero por ser hijo de Poros, dios de la riqueza, hereda de su padre el ímpetu de poseer en abundancia.

Cuenta Platón, que cuando nació la diosa Afrodita, los dioses celebraron un banquete en el Olimpo. Entre los invitados de honor estaba Poros (de las grandes riquezas) y, ya avanzada la fiesta, se presento Penia (diosa de la pobreza) que -como era su costumbre- se instaló en el Pórtico a mendigar.

Poros, borracho de ambrosia y néctar, se durmió bajo un Olivo en los amplios jardines de Zeus. Al verlo en ese estado de indefensión, Penia decidió cambiar su triste destino mediante el magro expediente de concebir un hijo de él, pensando con falsa ilusión, que su descendiente heredaría la capacidad del padre para proveerse de abundante fortuna. Animada de ese burdo propósito fue hasta donde se encontraba Poros y se recostó a su lado, en el estrellado lecho del Olimpo. Y, como suele ocurrir en estas circunstancias, después de un tiempo nació Eros.

En cuanto hijo de Penia, a Eros le ha correspondido ser pobre, anda descalzo y sin hogar, es compañero de la indigencia y vagabundea semidesnudo por los caminos, sin rumbo definido; pero, como hijo de Poros, esta siempre al acecho de la riqueza, de lo Bello y lo Bueno que anhela poseer y nunca alcanza en plenitud.

Si bien, ningún mortal desconoce que los dioses no necesitan estudiar para ser sabios, dado que –por su naturaleza divina- lo saben todo desde su nacimiento y por lo tanto ellos no filosofan. Sin embargo, Eros es un caso especial porque combina dos características hereditarias difíciles de conciliar: de una parte es hijo de un padre de múltiples recursos (entre los que también se cuenta el saber), y de la única diosa ignorante de todo el Olimpo, a raíz de su carencia de todo tipo de recursos (incluidos los cognoscitivos).

Es así que la naturaleza del dios del Amor, se ubica en un punto intermedio entre la sabiduría y la ignorancia. Esta curiosa condición convirtió a Eros en el único dios filósofo que ha existido y existirá en la historia de las divinidades. Pero al mismo tiempo, esta curiosa cualidad le permitió un descubrimiento extraordinario…, precisamente el de su ignorancia. Es otras palabras, Eros sabe que no sabe y sabiendo aquello quedó en condiciones para aspirar –con mucho esfuerzo intelectual y riguroso método- a la posesión de la mayor de las bellezas: el conocimiento verdadero.

En efecto, Eros descubrió que hay dos tipos de  ignorancia nefasta y sólo un tipo de ignorancia productiva. La primera es la ignorancia supina que ataca al que no sabe que no sabe y vive completamente inmerso en ella sin posibilidad de escaparse de ella; la segunda es la ignorancia del soberbio que cree saber pero en realidad no sabe y, convencido de que se las sabe todas, no se preocupa por estudiar acerca de los fundamentos que justificarían su paupérrima creencia. Y por último está la ignorancia productiva  que adviene cuando la persona sabe que no sabe y la conciencia de esta condición lo incentiva a averiguar acerca de ese “algo” que desconoce, convirtiéndolo en su objeto de investigación y a partir de ahí persevera en su indagación hasta llegar a conocerlo en amplitud y profundidad. Esa es la actitud que conduce hacia la ciencia y la filosofía.

 

 Prof. Ulises Toledo Nickels

                         IPG


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