Atrás quedaron los tiempos en que el trío Escalona-Andrade-Letelier promovía el entendimiento “por arriba” con el gobierno actual en temas como el incremento de la tributación a empresas para financiar las secuelas del terremoto (Escalona), acordar el margen de aumento de los empleados fiscales (Andrade), respaldar a la ministra Matte y la Reconstrucción (Letelier). Escalona de hecho se había transformado, por su reconocida cercanía con la ex presidenta, en un muro de contención de las nuevas demandas que, estudiantes y movimientos sociales, exigían.
Sin embargo, de repente y contra todo pronóstico los socialistas – tan conservadores y circunspectos durante la transición – comenzaron repentinamente a “fumar opio todos juntos”: para empezar los militantes de base a través de su red social abrieron un profundo debate sobre las carencias y faltas de la concertación y del crudo balance no se ha librado ninguno de sus parlamentarios, ni los ex presidentes; Carlos Montes, otrora uno de los legisladores más oficialistas, reconoce abiertamente los errores que se hicieron, discute en la web con sus camaradas y promueve en sus documentos un “rol más activo del estado en educación” y llama a influir en el programa de gobierno de Bachelet – que, según él, “es un campo en disputa”- sobre el cual hay que influir para darle un tinte progresista.
Aleuy, enemigo acérrimo de la instalación de primarias en las municipales, ahora las defiende a muerte y les advierte a los legisladores en ejercicio que “todo aquel que tiene competencia tendrá que ir a primarias”; luego Insulza, sí el mismo que defendió a Pinochet, reconoce el deterioro del sistema político chileno y las faltas de la concertación en una reciente entrevista; en la pasada elección interna hubo listas que se inscribieron promoviendo “una asamblea constituyente” y luego el PS, que nuevamente dirige Andrade decide, sorprendiendo a todos, no solo reunirse con MEO sino que incluir a Carlos Altamirano en las celebraciones de los ochenta años de la organización; Ricardo Nuñez en tanto, otro protagonista, insiste en matar la otrora exitosa coalición, y fundar una inédita donde estén incluidos los nuevos movimientos sociales.
La guinda de la torta la puso recientemente el propio senador Escalona cuando llamó a “impulsar un movimiento por la vuelta del tren a Chile”, reconoció las faltas de EFE y, ¡sorpresa!, reiteró la posibilidad de que el Fisco retome el control en las sanitarias porque “hay servicios esenciales que debe ser dirigidos por el Estado”.
¿Por qué motivo, los socialistas, siguiendo la lógica del propio autor de la famosa frase, se han puesto todos juntos y al mismo tiempo a fumar alucinógenos?
Las razones que se arguyen son muchas, siendo el nuevo ciclo político abierto post transición la más recurrente. No obstante, hay otra que también puede contribuir a explicar este inesperado chasconeo de los herederos de Allende: la mayoría de sus parlamentarios enfrentan por vez primera en casi 25 años elecciones siendo oposición en un contexto que urge por transformaciones y de aguda crítica a los actores políticos. Históricamente el PS ha sido muy sensible a los procesos eleccionarios los que dependiendo de sus resultados han generado crisis y orgasmos (como también no pocas divisiones) en la institución. ¿Qué pasará con ellos, luego de las elecciones? ¿Mantendrán su crítica al sistema? No lo sabemos, pero pagamos por ver.
Edison Ortiz
Dr. en Historia
Docente Universidad Alberto Hurtado
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