Según cifras de las Naciones Unidas, hoy, cerca del 9% de la población mundial (690 millones de personas) padecen hambre, lo que nos hace pensar que no estamos cerca aun de lograr el objetivo de hambre cero para el 2030. Y la situación en nuestro país no es muy distinta.
En Chile, estamos enfrentando un momento crucial: el complejo escenario político y económico a escala global, la creciente dependencia de alimentos importados, la degradación de los patrimonios naturales y de la biodiversidad, la fuerte migración campo-ciudad y la mala nutrición que afecta a la población, presentan la necesidad de repensar nuestro sistema alimentario y las políticas que hemos impulsado desde el sector público en las últimas décadas para asegurar el derecho a la alimentación.
Por esta razón, como Gobierno y a través del ministerio de Agricultura, hemos desarrollado la Estrategia Nacional de Soberanía para la Seguridad Alimentaria que busca el fortalecimiento de la seguridad alimentaria, articulando y orientando las acciones del Estado hacia la construcción de un sistema alimentario nacional más resiliente, inclusivo y estable.
Esta estrategia fue creada en 2022 bajo el liderazgo del Ministerio de Agricultura y la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) e involucró la participación de ocho ministerios del Gobierno, con el objetivo de fortalecer los patrimonios del sistema alimentario nacional. En definitiva, este plan, busca promover una alimentación saludable, nutritiva y segura para todos los habitantes del país.
Además, la Estrategia busca favorecer el acceso a recursos productivos, promover prácticas sustentables de producción, el respeto y valoración por quienes producen alimentos, los circuitos cortos de comercialización y la descentralización, procurando el resguardo de los recursos naturales y la biodiversidad, la salud de las personas y las posibilidades de desarrollo de las generaciones presentes y futuras.
La soberanía alimentaria refuerza el concepto de la seguridad alimentaria, y es un compromiso del Estado el orientar su accionar hacia el fortalecimiento del sistema alimentario. Este proceso debe involucrar la educación, para avanzar en un cambio de paradigma productivo y cultural que promueva una alimentación saludable y fomente la valoración de nuestros alimentos.
A través de esta estrategia estamos dando un paso hacia un sistema alimentario más justo, sustentable y resiliente, en el que todas las personas sean relevadas como parte esencial de una red que nos permiten contar con alimentos para Chile. Sabemos que no será fácil; la consecución de este objetivo requiere de un cambio de paradigma y esto no está exento de dificultades, pero tengo la certeza de que es posible.