El racismo es la afirmación de la superioridad racial y cultural de “lo blanco”, en una especie de lógica vertical donde arriba se encuentran los que encajan en esa categoría; al medio, quienes se consideran o nos consideramos mestizos, en esa línea es peligroso cuando los “servidores públicos” normalizan el uso de dichos racistas en la política.
En ese contexto, emplazo al diputado Schalper a tener cuidado con las formas y el uso de dichos racistas en la política. Podemos tener legítimas diferencias en el ámbito político, pero debemos mantener un respeto y cuidar las formas. Hace poco vivimos en el fútbol una condena mundial a gritos racistas a un jugador a quien le gritaron “Mono” y Schalper no puede caer en usar esos términos en la política.
Hago un llamado al diputado a estar más atento de las demandas de la región. En el último tiempo el parlamentario está más preocupado de bloquear todas las iniciativas del gobierno en vez de enfocarse y preocuparse de las demandas sociales que tienen las personas de su distrito.
El uso del lenguaje racista es fruto de siglos de historia colonial, esclavismo, latifundismo, imposición del mestizaje, colorismo, culto a la supremacía blanca y también el resultado de una educación que niega u obvia todo lo anterior como un tabú. Es especialmente notorio en esta época de hipercomunicación y de extrema polarización política. Pocas cosas son más extremas, más polarizantes, más virales, más políticas que la violencia racista en todas sus formas.
Hay que tener en cuenta que el uso continuo de lenguaje racista lo normaliza y aquello es caldo de cultivo para grupos extremistas. Soy un convencido que, independiente de las posturas políticas, siempre se busque el camino del diálogo y el respeto, tanto en ese ámbito, como en la vida diaria.