Su peor posición histórica logró Chile en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, al caer del puesto 26 al 27.
De esta forma, el país consigue su cuarto retroceso consecutivo desde 2014. Las razones de este resultado, para muchos se explican por los casos de corrupción detectados en Carabineros y las Fuerzas Armadas; además del financiamiento ilegal de la política.
De todas formas, Chile se mantiene como el segundo país menos corrupto de Latinoamérica, pese a caer un puesto a nivel mundial.
Desde el gobierno le pusieron paños fríos a la situación y aseguraron que Chile no es un país corrupto. Es más, aseguraron que ha habido avances en todos los poderes del Estado -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- que van en la dirección de lograr mayor transparencia en las instituciones, tal como lo exige la ciudadanía.
Este nuevo retroceso en el ranking de Transparencia debe entenderse como una señal potente que confirma lo duro que ha sido para la imagen el país los diversos casos de corrupción que han afectado a Chile en los últimos años.
El desafío es generar herramientas, protocolos y procesos más transparentes de control y fiscalización, que dé reales garantías que los recursos del Estado son administrados como lo mandata la ley. En otras palabras, medidas que permitan revertir estas malas prácticas al interior de las instituciones.
En los próximos años valdrá la pena preguntarse si las medidas que se han implementado han sido suficientes para enfrentar la corrupción.
Es de esperar que la imagen de Chile en esta materia cambie en los próximos años. Una tendencia negativa en este sentido sería preocupante ya que demostraríamos que como sociedad no hemos aplicado medidas efectivas que permitan revertir esta situación.
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