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Para saber y contar CLXXI: Los pies de barro de nuestra raza

MIÉRCOLES, 21 DE JUNIO DE 2017
Publicado por

Columna de Opinión



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La raza chilena, de la cual nos sentimos orgullosos, lamentablemente tiene pies de barro, y la culpa no es suya, es de la debilidad y falta de don de mando de nuestros gobernantes y dirigentes en general. En mérito de lo dicho, el orgullo se trastrueca muchas veces en vergüenza e indignación.

La Excma. Corte Suprema ha fallado que la toma de establecimientos educacionales es un acto ilícito, contrario a derecho, por lo cual frente a su comisión solo cabe el desalojo por la fuerza pública, que para eso existe. Cumplir ese deber de la autoridad es parte del estado de derecho, por lo tanto, cuando no se hace tal concepto esencial para nuestra convivencia queda olvidado y la frase de que “las instituciones funcionan”, se transforma en una simple mueca de burla.

Pero, si la toma ya es vergonzosa, porque es un gesto de autotutela, proscrita en todo país civilizado, la destrucción vandálica de mobiliario, de libros, algunos de condición histórica, de material educativo electrónico, es simplemente injustificable y sancionable con las mayores penas que la ley contemple. Son delitos comunes.

Lo más increíble, es que se hagan tomas y actos de vandalismo, ¡para pedir una mejor educación! Es como decir que queremos combatir la guerra y salir disparando por las calles contra moros y cristianos.

Pero eso no es todo, nos informa la prensa que el nuevo tren expreso que unirá a Rancagua con Santiago, que actualmente corre hasta Nos, ha sido apedreado 80 veces, con un costo millonario en vidrios destrozados y, a lo menos, un caso de lesiones graves al maquinista respectivo. Es decir, hay un hato de desadaptados que, por el placer vandálico de causar daño, lo hace a un medio de transporte necesario y moderno, adquirido a un elevado costo.

Suman y siguen muchos otros ejemplos. Los pies de barro de nuestra raza, el vandalismo, una dosis de irracionalidad en algunos sectores ciudadanos. Lo que observamos es la falta de don de mando de las autoridades a cargo, que omiten el cumplimiento de sus deberes constitucionales y legales, sin argumento alguno que justifique esa inconducta. La impunidad fomenta el vicio.

¡Aún tenemos patria, ciudadanos! Debemos perseverar en la búsqueda del gobernante adecuado a la restitución del orden público y del auténtico estado de derecho. Las elecciones vienen.

Mario Barrientos Ossa

Abogado

Magister en Derecho U. de Chile


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