Algo escribiré del poeta Nncional que fue y que es Gonzalo Rojas, porque su obra hace que de él, así como de todo relevante autor, se hable en presente. Nació en Lebu el año 1916.
Fue mi profesor en la Universidad de Concepción en el período de 1966 a 1970, como él señala, en la cátedra de Teoría Literaria. Fue mi maestro hasta egresar el año 1971.
De todo ser humano se dicen siempre muchas cosas, toda biografía es extensa y plena de múltiples circunstancias y experiencias. Con mayor razón si el ser humano de quien se habla es de connotación pública como sucede en este caso con la vida y obra del vate en comento.
Gonzalo Rojas en sus clases nos decía que en nuestra futura labor profesional, cada uno debía «ser un buen profesor». Enfatizaba que teníamos que estar dotados de saberes que socialmente nos dieran solvencia. Eso apuntaba a nuestra obligación de ser profesionales cultos. Se esmeraba mucho por su permanente apelación, en citar a los notables creadores clásicos del pensamiento y la literatura. Tenía a mi juicio, devoción por los griegos y latinos. De él escuché por vez primera el nombre de Heráclito, el supremo filósofo materialista hallador de la Dialéctica, también suprema ley de la naturaleza.
Sus clases eran un viajar por todos esos mundos de la creación humana universal.
Él era esencialmente un docente. Diré algo aventurado, era un educador que escribía y publicaba libros de poemas, o poemarios como suele decirse. Como era de citar nombres, frases y obras de aquellos ilustres pensadores en sus clases y establecer copiosas relaciones, asociaciones conceptuales con lo pretérito y lo presente, en lo personal me costaba trabajo para registrar y tener un orden en mis apuntes; simplemente había que escucharlo. Nos incitaba a escribir. En el curso de 25 estudiantes, otro notable compañero fue el poeta nacional Gonzalo Millán, a quien Rojas siempre destacaba por sus iniciales escritos.
Una práctica de gran valor pedagógico aplicada por Gonzalo Rojas era organizar núcleos de 6 o 7 estudiantes y trabajar largas horas en su oficina – él era Jefe del Departamento de Español del Instituto Central de Lenguas de la Universidad -. Ese libre y organizado formato pedagógico en su oficina, nos permitía disponer de toda su valiosa biblioteca.
No olvido que nos decía que todo lamentable ‘recitado’ de un poema era una forma de matarlo. Lo que había que hacer era una adecuada lectura poética. Fue cuando nos sentenció que «poesía es respiración».
Recibió diversos premios. Inicialmente desde 1948 sus publicaciones eran espaciadas. También nos decía que en todo proceso-acto creador «había que demorarse». Pudo ser nuestro tercer Premio Nobel.
Gonzalo Rojas fue un notable organizador de las trascendentes Jornadas Literarias Latinoamericanas, realizadas en la ciudad de Concepción, eso durante una década desde los años de 1950. Asistían a ellas los más relevantes escritores del continente, participando en conferencias y coloquios de masas con los ciudadanos.
Recuerdo que con motivo de recibir el Premio Cervantes en España, pronunció un discurso ante la Corona en el que entre diversas referencias literarias, hizo mención a su condición política de «allendero». Encontré creativa esa forma de verbalizar la popular adhesión al líder histórico que fue el Presidente Salvador Allende. Entonces, no dijo ser «allendista» como era lo habitual decirse y definirse.
Gonzalo Rojas representó también cargos diplomáticos, particularmente en Cuba y en China, durante el Gobierno Popular. Los aciagos acontecimientos de Septiembre de 1973 lo encuentran en esos desempeños. Vivió en la República Democrática Alemana, también en Venezuela y en Estados Unidos, él no habló de exilio, sino de «transtierro».
La vez última que lo vi y saludé fue en México, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, eso ya por inicios de los años de 1990.
A su muerte, el año 2011, la ciudad de Chillán recibió su cuerpo. Tuvimos ocasión como era nuestro deber, acompañarlo hasta su última morada.