El pasado 4 de septiembre del 2017, un día antes de su cumpleaños número 103, el antipoeta Nicanor Parra, fue a la primera notaría de San Antonio para legalizar su testamento, en donde dejaba a su hija menor Colombina, como albacea de su legado y con el 58,5% de su herencia.
«Única heredera de mi cuarta de mejorar y la cuarta de libre de disposición», señaló Parra en su última voluntad, punto que está causando conflictos entre sus seis hijos, fruto de tres relaciones diferentes.
Dentro de sus principales argumentos para cambiar el testamento, según consigna el medio citado, son las «grandes dudas» sobre la salud mental de Nicanor al momento de efectuar el testamento. Apuntan que su firma está temblorosa, lejana a su característica letra de profesor.
Esta teoría es refutada, por el abogado de Colombina, Luis Valentín Ferrada, quien fue enfático en señalar que el antipoeta estaba totalmente lúcido al momento de legalizar su testamento. «Hay cientos de testigos que avalan que Nicanor Parra se encontraba absolutamente lúcido hasta el final de sus días», señaló.
Uno de ellos fue el abogado de la notaría de San Antonio, Mauricio Moya. «Sí, él estaba bien, muy lúcido. Estaba muy bien ubicado en el tiempo y espacio, y muy claro en lo que quería además», dijo.
Cabe señalar que al momento de su muerte el escritor mantenía cuatro casas, una en Isla Negra, otra en Conchalí (hoy Huechuraba), Las Cruces y La Reina, esta última con un avalúo fiscal por 518 millones de pesos. Además de unos terrenos en Peñalolén, avaluados en $300 millones.
A lo anterior se suma su valioso patrimonio cultural que es administrado por la prestigiosa agencia española Carmen Balcells.