Durante el año ansiamos la llegada del período estival, el paisaje agreste, frutas, playa y descanso merecido después de tanto esfuerzo tanto laboral como académico. Este tiempo tan deseado a menudo termina convirtiéndose en más estrés del que realmente necesitamos, tanto para nosotros como para nuestras familias. Lo paradójico es que ansiamos con vehemencia la llegada de la temporada vacacional, pero este tiempo –poco a poco- se transforma en un nuevo e inesperado caos en nuestras vidas.
Por ello, Patricia Rojas, Directora de la carrera de Psicología de la Universidad de Aconcagua (UAC) entrega algunos consejos para evitar que las ansiadas vacaciones se transformen un una situación indeseada.
“Primero, no corramos el riesgo de fantasear con “vacaciones ideales”, esas perfectas, planificadas con presupuesto ilimitado y atiborradas de actividades en una estrecha agenda de 15 días”, aclara la profesional, quien agrega que “cuando se trata de vacaciones familiares se debe pensar en los intereses y características de cada miembro de la familia. No podemos arrastrar a todos por un viaje al estilo Jumanji que probablemente provoque más agotamiento que el buscado descanso”. En ese sentido, manifiesta que “los niños pequeños, adolescentes y adultos mayores tendrán ritmos de actividad distintos, necesidades diferentes que se deben considerar al elegir los panoramas y lugares que se visitarán”.
Segundo, se recomienda planificar “pensando en disfrutar”. “Si las vacaciones son familiares es un tiempo para compartir y disfrutar de la compañía de las personas que amamos y de ninguna manera deberíamos convertirlo en tiempo de discusiones y peleas. Para esto lo mejor es lograr acuerdos y evitar improvisaciones. Planificar no significa cumplir al pie de la letra una Carta Gantt, planificar significa aterrizar el proyecto vacacional a los tiempos, presupuesto y esfuerzos que esto implica”, aconseja la directora de Psicología de la UAC.
En tercer lugar, se recomienda pensar “en la seguridad de su casa y los trámites necesarios para dejar esta por unos días”, por ejemplo, quién se hará cargo de las mascotas o del jardín.
También se debe “revisar las condiciones de seguridad de accesos y ventanas, grifería y cualquier otro detalle que pueda desencadenar una emergencia. Lo peor es llegar al destino y tener que manejar la frustración de una llamada de un vecino informando un problema relacionado con la casa y las mutuas recriminaciones y culpas”.
Cuarto: Si el viaje es terrestre (vehículo propio) considere no sólo las condiciones mecánicas y de seguridad necesarias para el viaje.
Quinto, “los niños pequeños no son adultos miniatura; ven el mundo de otra manera y somos los adultos los que debemos acompañarlos en este proceso de crecer y conocer”, señala la profesional.
Tenga presente también que “los adolescentes se integrarán de mejor manera si les dan la posibilidad de elegir ciertas alternativas; no se trata de la dictadura del adolescente, pero tampoco se debe imponer cadenas de autoridad y obligación. A veces algo tan simple como que pueda programar la música del trayecto o las comidas lo hace sentirse parte de la familia y no parte del equipaje”.
Por último “sonría y disfrute. Si es capaz de hacerlo ahora y sin motivo, también encontrará sonrisa y disfrute dondequiera que vaya”, finaliza la profesional.
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