Pablo Sánchez vive desde su llegada a O’Higgins en el Monasterio.
La mañana del sábado 24 de enero, Pablo Sánchez y su grupo de colaboradores tuvo el primer contacto con la plantilla de O’Higgins de Rancagua. Exactamente dos meses después, el martes 24 de marzo -en pleno receso del Torneo Clausura por fecha FIFA- ‘Vitamina’ y el resto del cuerpo técnico encaró su primera semana sin competencia oficial -desde que asumieron- con esa agradable sensación que su trabajo va encontrando forma en un grupo de jugadores que “tenían que sacarse de encima un proceso tan exitoso, debían guardarlo en el recuerdo como algo brillante en sus carreras, no quedando atrapado en un solo entrenador”, según palabras del DT.
Con mensajes como el anterior, ‘Vitamina’ buscó tocar de entrada la fibra de un plantel que no pudo remecer Facundo Sava como reemplazante original de Eduardo Berrizo. “Considero que ellos deben enriquecerse de lo bueno y de lo malo de los entrenadores, pero nunca quedarse atrapado en una solo idea”, reconoce el adiestrador, después de ocho partidos oficiales dirigidos y devolver al elenco rancagüino a la primera línea de la competencia local.
En estos dos meses de trabajo ¿ya podemos decir que este equipo tiene el sello de ‘Vitamina’?
«De a poco lo vamos adquiriendo. Yo estoy contento con el equipo porque hemos logrado un cierto orden defensivo, más allá que hay una realidad: en las últimas dos salidas de visitante nos hicieron seis goles y no está bueno, entonces siempre surgen cosas a trabajar, corregir y mejorar. Pero a poco vamos encontrando todos esos tintes que van conformando un equipo. Tratamos de jugar hacia adelante permanentemente, que el equipo se siente más feliz con la pelota que no teniéndola, y cuando no la tiene vamos poco a poco sabiendo que hay que hacer».
Desde su llegada fue todo muy intenso ¿necesitaba este quiebre personalmente?
“Sinceramente hubiese preferido que se juegue, como buscando una pronta revancha por los sucedido contra Huachipato. Pero sí, es verdad que todo ha sido muy intenso, muchos partidos,. Recuerdo que cuando llegamos nos tocaron tres partidos en una semana: Colo Colo, Cobreloa y Ñublense. Así que, en un punto viene bien poder relajarse, poder seguir trabajando para acentuar algunas cuestiones que queremos ir buscando, sin la necesidad del partido inmediatamente”.
Usted vive en el Monasterio Celeste ¿cómo es respirar todo el día fútbol?
«Muchos se equivocan con que uno está todo el día con el tema fútbol o que se queda acá porque es un loco. Sinceramente me quedé por una cuestión de comodidad. El Monasterio es un lugar cómodo, sumamente grato, agradable. No voy a negar que se respira fútbol, porque mi pieza está muy cerca de la cancha y de la oficina de trabajo, entonces uno respira fútbol todo el tiempo. Yo estoy solo, entonces el estar solo en el Monasterio, en una casa o en un departamento en Rancagua es lo mismo.
¿Y esa particularidad ayudó para levantar al equipo ?
Nos sirvió porque como que te obliga todo el tiempo a hablar del trabajo. Ejemplo: estamos hablando cualquier cosa y uno se acuerda a las 7 de la tarde que bien entrenó tal, entonces surgen otra vez temas vinculados al equipo. Cuando llegamos a la UdeConce le planteamos a la dirigencia que no queríamos las tres casas que nos alquilaron, que queríamos una sola. Los primeros seis meses -cuando nos tocó ascender con Ramiro (Loguercio) y con Pato (Graff)- nos pareció que era la mejor manera de acumular la mayor cantidad de información posible.
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