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Columnas de Opinión

Las dudas que dejó la detención de los tres sospechosos

MARTES, 23 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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La historia reciente está llena de casos de inocentes o de procesos mal desarrollados donde los hoy imputados fueron sentenciados, aún antes de que se investigara y  por la urgencia gubernamental de dar  tranquilidad a una sospechosa opinión pública y así poder entregar “la sangre que exigían los medios”. El caso Ranucci en Francia en 1976, todo un monumento a la pereza judicial para no investigar es uno de ellos; qué decir de los cuatro de Guildford  que significó la detención de una familia y la muerte del padre en prisión siendo inocentes porque la policía británica, y el gobierno de la Tatcher, necesitaban un culpable. Ni hablar del caso bombas donde el ministro Hinztpeter declaró a los sospechosos culpables el mismo día de su detención. Todos sabemos lo que pasó y el revés que significó ese juicio para ese gobierno.

Digo esto porque me llamó la atención que desde las 7:30 a.m. del día 18 de septiembre los medios – basándose en una información de Radio Bío-Bío – anunciaron la captura de los autores del atentado en la estación del metro. Inmediatamente se pudo percibir – estaba viendo CNN a esa hora – que carabineros y el propio gobierno, eran quienes manejaban  a su antojo la difusión de la noticia. Más extraña aún fue la conferencia de prensa  que se preparó antes del Te Deum, y donde, desde el ministro Peñailillo, pasando por el jefe de carabineros,  hasta el fiscal metropolitano sur, no hayan dicho mucho sobre la detención, salvo que “era una célula hermética”, y que “eran tres presuntos sospechosos”. Tal vez la frase más sobresaliente la pronunció el fiscal Guzmán: “esperamos llegar a una sentencia condenatoria”. Llamó la atención que no estuviese en la conferencia ni el subsecretario Aleuy, ni el fiscal nacional, ni menos la policía de investigaciones. La autoridad remarcó el agradecimiento a carabineros cuyo director, Gustavo González, no entregó detalles de los antecedentes que culminaron en el arresto de los tres sospechosos, salvó que se trató de “ciencia aplicada”.

El anunció dejó la sensación, como ya se ha hecho costumbre, de un gobierno que pierde la calma rápidamente en situaciones complejas que pudiesen afectar su imagen. Como si su debilidad por los medios evidenciará sus fallas estructurales profundas. Eso tal vez explica la conferencia vaga realizada antes del acto litúrgico de fiestas patrias (y eso sí que no fue casual) seguramente con la idea de transmitir una señal de gobernabilidad y de control de la agenda.

Con posterioridad, y debido a los propios errores del formato en que se entregó la información es que se adelantó el nombre de los sospechosos (uno de ellos detenido por robo antes)  y se anunció que serían imputados a comienzos de semana. Luego un grupo se auto adjudicó el hecho  dando como razón que era necesario “llevar el conflicto de clases al Barrio Alto (¿los ricos andan en metro?). En fin, tanto el manejo comunicacional que hizo La Moneda con la detención, así como la escasa información que permitió la orden de detención que derivó en el arresto de los sospechosos, así como la biografía de uno de ellos (detenido antes por robo), y la justificación del bombazo, dejan más incertidumbres que certezas, sobre un episodio  donde la única victoriosa ha sido la derecha que no sólo no quiere cambiar la ley antiterrorista, sino que ahora pretende fortalecerla incluso con la figura del agente encubierto. Tal vez no esté lejos el día en que los chilenos vivamos la psicosis que se vive en  los aeropuertos de Londres, o la locura norteamericana que sobrepasó a sus terminales de viaje y se extendió hasta el cine.

Edison Ortiz González


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