En octubre del año pasado llegó al puerto de San Antonio, procedente de España, el primer convoy del servicio de trenes Rancagua Express, iniciativa de EFE que durante el gobierno anterior fue ideada para disminuir de los actuales 80 minutos a sólo 50 el tiempo de viaje entre Santiago y la capital de O’Higgins.
Serían 24 millones de usuarios quienes iban a utilizar Rancagua Express en el futuro, con salidas cada cuatro minutos entre Santiago y Nos, y cada 15 minutos entre la capital y Rancagua. El proyecto de 287 millones de dólares a través del subsidio al transporte público incluye el costo de 16 trenes nuevos, las nuevas vías, pasarelas, ascensores, pasos bajo nivel y cierres perimetrales.
El tema es tratado con reserva entre las nuevas autoridades de EFE que asumieron en mayo. Tras intentar obtener una versión sobre las obras por ejecutar y los plazos de las mismas, la empresa no se ha pronunciado.
Rancagua Express le ha significado varios dolores de cabeza a la compañía ferroviaria, principalmente por la oposición de comunas de la Región Metropolitana como Pedro Aguirre Cerda, San Bernardo y El Bosque. Alcaldes y parlamentarios de esos lugares exigen que los trenes pasen bajo tierra para mitigar los impactos negativos -como segregación y desigualdad social- que ellos ven en esta iniciativa. Sin embargo, en la empresa se oponen a soterrar las vías producto de la inviabilidad económica que ello supone.