Tras las recientes elecciones de gobernadores regionales y gobiernos locales, es el momento de dar respuesta a los ciudadanos de manera de resolver los problemas que les afectan, y que se prometió -al pedir el voto- solucionar.
La envergadura de los desafíos amerita que los actores públicos busquen rápidas soluciones construyendo puentes reales de comunicación. Obras reales y concretas que deben producirse en los territorios aquí y ahora.
Viviendas sociales, caminos básicos, electromovilidad (tranvías y corredores de buses eléctricos), electrificación, saneamiento, agua potable rural, tecnificación de riego, desalación, nuevos centros educacionales/de formación técnica, de salud, debidamente equipados, cobertura de internet, espacios públicos y deportivos de acceso universal, inclusivos y de calidad, son algunas de las obras que debemos construir en los territorios.
La infraestructura que supone genera un ciclo virtuoso de empleo y de empresas medianas y pequeñas de los propios territorios regionales que pueden y deben intervenir en estos procesos de mejoras de las ciudades y los sectores rurales. A su vez, la educación se verá focalizada a las nuevas necesidades, generando oportunidades de trabajo para que miles de estudiantes y familias permanezcan en las regiones.
Para ello es imprescindible que los gobiernos regionales y locales trabajen mancomunados en estos tiempos en que se discute la ley de presupuesto nacional en el Parlamento, y en el que se deben estructuras los planes estratégicos por las nuevas autoridades.
No hay tiempo para pequeñeces, pues uno de los factores que produjo el denominado “estallido social” fue justamente la desigualdad y los abusos percibidos por las personas. La falta de compromiso del Estado para resolver la injusticia reinante. Pues bien, la oportunidad de hacer crecer de manera justa, sostenible las comunas y las regiones se hace día a día, con rigor, utilizando las capacidades técnicas en un marco de probidad administrativa.
No hay tiempo que perder, pues tras la pandemia, el desempleo se disparó -según el Banco Mundial el ingreso per cápita disminuyó en un 40 % de los hogares y al menos un miembro perdió su fuente laboral- y más de 2, 3 millones de las personas que se identificaban como clase media se encuentra en estado de vulnerabilidad. De esta manera, la reactivación con obras de utilidad pública, logran beneficio social y son grandes generadoras de trabajo digno en un marco de crecimiento sostenible y descentralizado.
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