Este domingo se llevará a cabo la segunda vuelta de la elección de gobernadores regionales. En O’Higgins compiten Pablo Silva, candidato de la Unidad Constituyente; y Eduardo Cornejo, por Chile Vamos. Ambos no lograron el 40% necesario para vencer en primera vuelta. Recordar que en la elección del 15 y 16 de mayo, Silva obtuvo 80.779 votos (24,31%); mientras que Cornejo logró 73.623 sufragios (22,15%).
Una elección que estará marcada por lo que se proyecta una alta abstención –de ahí que se ha intensificado el llamado a votar- lo que genera incertidumbre también en cuanto al resultado.
Interés más, interés menos de la ciudadanía, se trata de una elección histórica. Un paso adelante en la democratización en la elección de autoridades en las regiones, ya que se trata del primer gobernador regional –actualmente intendente- elegido por la gente. Cargo que durará 4 años, desde el 15 de julio, con la posibilidad de una reelección. Además, un tema no menor es cómo será la convivencia con el delegado presidencial, cargo que será nombrado por el presidente de turno.
Pero la incertidumbre la generan otros temas relacionados con la instalación en el cargo, ya que las funciones y las competencias no están del todo claras y definidas. Temas que se esperaría pudieran haber quedado resueltos antes de que asuman su mandato, pero esto no será posible. Es que los proyectos que establecen el traspaso de competencias al gobernador y la ley que regula su financiamiento aún están en tramitación en el Congreso.
Se trata de materias claves para una eficiente gestión, que permita poner en práctica una verdadera descentralización en la toma de decisiones y evitar que el nuevo gobernador regional se transforme en una figura de papel que solo vino a acrecentar la burocracia estatal.
Es clave que se avance con mayor celeridad en materia de atribuciones. De lo contrario este hito histórico no pasará de ser solo un avance en la democratización de las regiones, en lugar de la tan anhelada descentralización que necesita el país para un mejor desarrollo y bienestar de los chilenos que por años han sido perjudicados por un agobiante centralismo.
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