Hemos presenciado las negociaciones de los partidos políticos para las elecciones primarias de cara a las próximas elecciones de Concejales , Alcaldes y Gobernadores.
La falta de acuerdos de la oposición, caracterizada por la salida de la mesa por el Frente Amplio, coloca de manifiesto la urgencia de retomar la senda de lo relevante, sobre los intereses particulares.
A lo anterior se suma una derecha -o parte extrema de ella- disonante con el proceso constituyente que se pactó como búsqueda urgente a la crisis social, arguyendo erróneas interpretaciones sobre la hoja en blanco o las 2/3 partes que se requieren para la aprobación de las disposiciones.
No son los tiempos de la mezquindad, del corto plazo, sino de construir los cimientos del nuevo Chile que la sociedad demanda.
Otra vez los partidos pueden alejarse del clamor y sentimiento ciudadano si no llegamos a una convención constitucional que arribe a una nueva Carta Política , que consolide un Estado Social y Democrático de Derecho.
Un marco institucional que permita que los diversos proyectos de gobierno que se sucedan en los próximos años puedan desplegarse, siempre bajo supuestos básicos y esenciales de apego a las libertades públicas , crecimiento sustentable, equidad y justicia social .
La falta de compromiso de las directivas partidarias con su rol aglutinador-direccional, puede dar paso a los populismos exentos del necesario sustento doctrinal. La mirada simplista , individual , carismática, no es suficiente para lo que el país reclama, no es la respuesta que la nación busca.
Más que nunca las formaciones políticas deben asumir su responsabilidad y liderazgo para permitir encausar las distintas ópticas , visiones y consolidar la República, postergando el cálculo pequeño y egoísta de un determinado lugar en la papeleta electoral.