En estos días en que se celebran fechas relevantes de nuestra historia nacional, recorremos un camino que en pocas semanas escribirán otro momento memorable de la República.
La primera Junta de Gobierno hacia 1810 y el Golpe de Estado de 1973, entre otros hitos, no se borrarán de nuestra memoria nacional. Tampoco pasarán al olvido los preparativos para el plebiscito del próximo 25 de octubre, a casi un año del denominado estallido social y bajo medidas sanitarias a causa de la pandemia.
Todas las condiciones están dadas para que concurramos a las urnas, y estas fechas nos convocan a cumplir con nuestro compromiso con la democracia. Es verdad que debemos restringir nuestras tradicionales libertades ambulatorias, y por ello los permisos para transitar son limitados y cubierto de cautelas que imparte la autoridad. Pero no debemos olvidar que, cumpliendo con los debidos resguardos, debemos honrar a quienes de buena fe y pensando en las generaciones futuras izaron la bandera nacional -hace más de 200 años- y defendieron la Moneda -un 11 de Septiembre entre bombardeos que la dejaron en llamas-.
Ahora nuevamente tenemos no solo el derecho sino el deber ciudadano de pronunciarnos, y caminar al establecimiento de la institucionalidad que Chile necesita para las próximas décadas.
Estaremos en casa , en familia, para estas fiestas, buen momento para compartir, y mirar a nuestros seres queridos, recordando a los que no están cerca para abrazarlos y disfrutar en comunidad. Sin embargo, de la misma manera es el momento de asociar este septiembre a la gesta épica del proceso constituyente.
No solo es por quienes hoy estamos reuniéndonos, sino también por nuestras hijas e hijos, por las generaciones venideras. Votar es un acto de solidaridad, pues todos coincidimos en la urgencia de una Constitución más justa e igualitaria.
Junto a la empanada, el asado en una parrilla o un vaso de vino, está la mirada del país que queremos construir. La fraternidad debemos llevarla desde nuestras casas a la Carta Magna, de manera que recoja efectivamente los derechos fundamentales como la educación de calidad, la salud, jubilación, vivienda digna, acceso a las comunicaciones (internet), derechos de nuestros pueblos originarios.
Tras las fiestas veremos que más de 2 millones de desempleados buscarán un puesto de trabajo , mientras que los bonos, ingresos familiares y otros apoyos públicos , darán cuenta de la importancia de un Estado robusto y eficiente así como la urgencia de fortalecer la alianza público-privada . Hoy el texto político no resiste los desafíos que demanda la comunidad nacional, para “igualar la cancha”, por eso las fiestas en septiembre nos recuerdan nuestro compromiso constitucional del 25 de octubre.
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