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Editorial

Editorial: Después del 8M

MARTES, 12 DE MARZO DE 2019
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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El pasado viernes 8 de marzo fue una jornada histórica. Miles de personas, en su mayoría mujeres, salieron a la calles de todo el país para protestar por la desigualdad de género y poner en la agenda de las autoridades las principales demandas del movimiento feminista.

Una convocatoria que solo en Santiago superó los 190 mil manifestantes. Un llamado de atención para aquellos que cuestionaban la transversalidad de este movimiento. Es que no fue una marcha estudiantil o universitaria, tampoco fue apropiada por un partido o sector político. En el 8M participaron mujeres profesionales, trabajadoras, académicas, estudiantes, dueñas de casa, acompañados de niños y hombres.

Mujeres cansadas de ganar menos cuando hacen el mismo trabajo que los hombres, hastiadas del acoso callejero y la violencia de género, en busca de una educación menos sexista y de terminar con una cultura machista que se ha apoderado del discurso durante toda la historia del país.

Masividad que obliga a la sociedad chilena a ‘no hacer vista gorda’ a las demandas y reconocer que esta lucha –que desde hace varias generaciones había nacido tímidamente- hoy ha tomado una fuerza que no se detendrá hasta concretar los cambios que promueve.

Por ello es clave que de la masividad de las manifestaciones, del apoyo multitudinario en las calles, se pase a la acción, a la concreción de las demandas de una lucha que no solo se debe hacer sentir en cada Día de la Mujer, sino que debe ser parte de un proceso que se tome el debate público y privado durante todo el año.

Una lucha que traspasa generaciones, no distingue nivel socioeconómico y que obliga a acelerar los procesos legales, culturales e institucionales que permitan avanzar en un desarrollo integral y de igualdad de derechos y condiciones para las mujeres del país.


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