Desde hace muchos siglos, la humanidad se hace la pregunta que constituye el epígrafe de esta columna: ¿estamos solos? Se refiere a la natural curiosidad de saber si, en la inmensidad del universo del que formamos parte, existen otras vidas inteligentes. Y de allí, surgen otras especulaciones que, día a día, son motivo de comentarios: si existen, ¿los conoceremos alguna vez?
La respuesta a la pregunta constituye hoy una prioridad de nuestra raza humana, para ello existen centros científicos dedicados a intentar, mediante telescopios espectaculares, captar señales de vida inteligente en el cosmos.
En los últimos años, los astrónomos han identificado exoplanetas, es decir, cuerpos celestes parecidos al nuestro que giran en torno a estrellas, en la inmensidad del espacio-tiempo, lo que alienta la esperanza que, si se dan condiciones ambientales similares a las de la tierra, pudiera haber surgido allí vida inteligente.
Pero, una cosa es que exista, y otra distinta es que podamos contactarnos con los seres que la conforman.
Si atendemos a los grandes números, y apreciamos que el universo del cual formamos parte tiene cincuenta mil millones de galaxias y un diámetro de setenta mil años luz, en tamaña inmensidad es una petulancia pensar que solo los humanos somos la única expresión de una vida inteligente. Los números nos llevan a concluir que debería haber miles y miles de otras tantas civilizaciones, parecidas o superiores a la nuestra, e incluso algunas en etapa de desarrollo.
Cosa diferente es que podamos tomar contacto con ellos, conocerlos, porque las distancias son tan pavorosas, en el estado actual de nuestra tecnología, que nos hace pensar que es casi imposible.
Una prueba de lo dicho: para llegar a Alfa Centauri, la estrella más cercana a nuestro sol, necesitaríamos viajar 75.000 años, algo inconcebible para nuestra limitada existencia humana. Imaginen lo que significaría viajar a galaxias ubicadas a millones de años luz de la tierra.
Las conclusiones que sacamos de los números anteriores son simples: nosotros, los humanos, no estamos en condiciones de viajar en el inmenso espacio-tiempo para visitar a nadie, pero eso no impide que podamos ser visitados por seres de civilizaciones superiores, que hayan alcanzado las capacidades técnicas para ello.
En los últimos años, ha habido rumores científicos persistentes de que se acercaría el día en que recibamos la visita de alienígenas, y ha habido preparativos para ello. Naciones Unidas designó a una científica malaya para actuar como interlocutora. El Vaticano tiene una comisión de teólogos llamados a explicar que si la Biblia dice que dios creó al hombre, entonces quien creó otros seres vivos e inteligentes que no son hombres.
Stephen Hawking, recientemente fallecido, manifestaba su temor, en cuanto la llegada de alienígenas podría ser una época terrible para la humanidad, similar a la que aconteció a los pueblos indígenas de América cuando llegaron los conquistadores europeos.
¡Vaya Ud. a saber, mi querido lector! Pareciera que estamos ad portas de que la pregunta que constituye nuestro epígrafe, sea contestada. Y esperamos que la respuesta, si es negativa, sea amable y gentil.
Mario Barrientos Ossa.
Abogado
Magister en Derecho U. de Ch.
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